A tres años de la victoria electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, existen varias interrogantes en cuanto al sector energético, mismas que no han sido respondidas.
Pasan los meses y la política energética enfrenta dudas respecto a continuidad, aunque cierto es que cada vez se define más claramente el rumbo en cuanto a la centralización en las empresas productivas del Estado (Pemex y CFE) en la economía. Sin embargo, las interrogantes flotan en medio de este mar energético.
Una de las primeras preguntas está relacionada con la definición del futuro en cuanto a exploración y extracción de hidrocarburos. Me refiero concretamente a la participación de las empresas privadas en el desarrollo de más campos en un momento donde Pemex a duras penas puede sostener la producción de crudo en 1.6 millones de barriles diarios.
Al momento, las quejas por parte del gobierno hacia dichas actividades donde participa el sector privado han sido pocas, por no decir nulas. Han gozado del rarísimo voto de confianza presidencial (que ya quisieran las energías renovables, por ejemplo), pero todo indica que su futuro está contenido en una ‘negativa ficta’ que caduca este año, mismo en el que la administración de López Obrador prometió que daría una resolución respecto al lanzamiento de nuevas rondas petroleras y farmouts.
Ya nos comimos la primera mitad del año y cada vez está más alejada esta posibilidad en los planes de la #4T, y en su lugar, se barajan soluciones para el eterno problema presupuestal que enfrenta Pemex. Trascendió, por ejemplo, la propuesta que presentará el próximo secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, para reducirle la carga fiscal en cuanto tome la dependencia.
En el sector eléctrico, las preguntas son otras. Por ejemplo, ya una vez cerrado el camino a las empresas privadas para la construcción de proyectos renovables anclados en la infraestructura del Estado, ¿cuál es la propuesta del gobierno en este sentido? es decir, México tiene un gran compromiso en materia medioambiental bajo los acuerdos internacionales firmados.
La responsabilidad de México en este sentido tiene que ir más allá. El gobierno debe buscar y aplicar los mecanismos necesarios para que la CFE, como centro de la industria, pueda encontrar beneficios palpables en el uso de las fuentes de energía solar y eólica, que bien pueden ser un gran complemento para la energía hidroeléctrica que yace al centro de la estrategia generación limpia que se ha propuesto.
Una pregunta más tendría que ser, ¿hasta qué profundidad tocará la contrarreforma energética que el presidente se comprometió a enviar al Congreso? Proponer que se cambie la Constitución ofrece múltiples oportunidades para un gobierno que tiene respaldo de la ciudadanía, sin embargo, no pueden abstraerse de lo que ocurre en el mundo, se debe salvaguardar un equilibrio entre la seguridad/soberanía energética, y la participación de México en un mercado global donde es un competidor más como destino de inversión.
En fin, existen muchas oportunidades, que a tres años de la victoria se deben revisar desde la brecha existente entre el discurso de campaña y la realidad a la que nos enfrentamos como país.