Al dar su discurso donde anunciaba que dejará la Secretaría de Relaciones Exteriores para buscar la candidatura a la presidencia de la República, Marcelo Ebrard prometió que buscaría defender la transformación emprendida por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Es un compromiso muy grande, tomando en cuenta que la posición nacionalista, que defiende a toda costa la soberanía energética, ha disparado ríspidas disputas con los principales socios comerciales de México: Estados Unidos y Canadá, y que al momento, Ebrard ha sabido capotear desde la Cancillería.
Recordemos que en julio de 2022, en plena controversia por las políticas en materia de energías renovables, Ebrard anunció que tras una reunión entre los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; y de Estados Unidos, Joe Biden, este último se comprometió a que hacia finales de este sexenio, empresas estadounidenses no identificadas, invertirán alrededor de 40 mil millones de dólares en diferentes sectores, pero principalmente en el energético.
Por otra parte y aunque no haya sido una inversión directamente relacionada con el sector energético (es decir, de infraestructura de generación eléctrica o de otro ramo), la llegada de Tesla a nuestro país reflejó el trabajo diplomático de Ebrard, sobre todo en los momentos tensos donde Elon Musk buscaba imponerse.
En este compendio no podemos hacer a un lado el guiño que Marcelo Ebrard hizo a las energías renovables, cuando coordinó y apadrinó el Plan Sonora, esa estrategia integral de la industria extractiva que abarca proyectos como el parque solar fotovoltaico más grande de Latinoamérica (que precederá a cinco instalaciones más, todos de CFE), hasta sendos proyectos en asociación con empresas privadas para la extracción de litio en el estado referido.
Bajo este contexto, Marcelo Ebrard llevó a cabo la presentación de este plan en diferentes foros internacionales, siendo el más prominente la COP27 que se llevó a cabo a finales del año pasado en Egipto, en un mensaje claro para el mundo: que tiene una perspectiva “verde” sobre el sector energético, pero que no está peleada con el nacionalismo obradorista.
Fue allá, en Egipto, donde se reunió con John Kerry, el enviado especial para el clima de Estados Unidos, donde lanzó varios compromisos, siendo uno de los más importantes, y que caerían en su chancha de llegar a Palacio Nacional, el de duplicar la generación de energías limpias de México para 2030.
Al igual que con Claudia Sheinbaum, de Ebrard se espera una postura equilibrada en temas energéticos, pero sin olvidar que la radical defensa de la soberanía energética, ha sido uno de los pilares de la plataforma política del obradorismo. Atentos a las propuestas.