En primera fila

La campaña más sucia

El falseo de información, la falta de ética, la apatía por verificar datos, imágenes o acusaciones, así como la celebración de insultos, se imponen en aras de tener la razón.

Sin duda esta es una de las campañas presidenciales más sucias que hemos presenciado los mexicanos. Es lamentable cómo el falseo de información, la falta de ética, la apatía por verificar datos, imágenes o acusaciones, así como la celebración de insultos, se imponen en aras de tener la razón. Han sido las elecciones de ‘el fin justifica los medios’.

Sin embargo esto no es nuevo. Recordemos en las tres elecciones pasadas cómo se utilizó el miedo como base para afectar la imagen del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, que finalmente se impuso en los comicios de 2018. De ahí campañas como “un peligro para México”, y “nos volveremos Venezuela”, fueron la base para sembrar temor y desprecio entre la ciudadanía.

En esta edición de las elecciones de 2024, hemos escuchado de todo. Corren rumores y mentiras en los ríos de WhatsApp, de X, de Facebook. Pero va más allá, saltaron la pantalla del móvil para envenenar desde espacios de radio, televisión, centros laborales, púlpitos… Lo mismo intelectuales tradicionales, que comediantes, payasos y presbíteros, se unen abiertamente a la campaña por la defensa del PRI, del PAN, del PRD, y de quien los representa. Una campaña que defiende el pasado y una forma de gobernar para las élites, que a cinco años de un cambio de rumbo, simplemente es insostenible.

Difunden desde sus espacios que Claudia Sheinbaum terminará con la propiedad privada / la democracia / las iglesias / las instituciones… porque no es mexicana / porque es judía / porque es comunista / porque es títere de AMLO / porque es fría y sin empatía…

Van con todo. Tienen los minutos contados. Azuzan y se anticipan a la derrota justificando que se tratará de una ‘elección de Estado’, organizada y vigilada, por cierto, por ese Instituto Nacional Electoral (INE) que ‘no se toca’ y que tanto han defendido en los últimos meses.

Difunden también entre lo ingenuos, la esperanza el ‘voto oculto’ que los salvará en el último momento, como capítulo de la Rosa de Guadalupe (válido solo para los que creen en ella), tratando de tapar el sol con un dedo, ocultando a toda costa lo inevitable: que de acuerdo con las tendencias, probarán de nueva cuenta la derrota.

Al final, en unos pocos días sabremos si todos los adjetivos, descalificaciones y mentiras convalidadas le servirán de algo a la “priandilla”, como les llamó Sheinbaum en el debate. Sin embargo, a juzgar por las encuestas, llevar la política mexicana a su nivel más bajo para garantizar unos cuantos hampones plurinominales en el Congreso, no valió la pena.

A la luz de este contexto, ¿quiénes están realmente desesperados?

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