En primera fila

“Sin el pueblo nada”

López Obrador encabezó un gobierno histórico, sin gasolinazos, sin devaluación de la moneda, señala Atzayaelh Torres.

Estés del lado que sea, no podemos negar que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido histórico.

Más allá de filias y fobias, el líder por antonomasia de la autoproclamada Cuarta Transformación, cumplió cuando dijo que cambiaría la vida pública de la nación.

En ningún sexenio se podrá emular el apoyo que recibió el proyecto que el macuspano puso sobre la mesa, y que redefinió el rumbo del país.

Por mucho, este sexenio que está a días de terminar, marcó en la historia de México un parteaguas.

Notamos que detrás de la cortina de “todos son iguales” al menos ante la ley, se escondía un trato diferenciado y profundo que se dio su primer golpe en la pared durante las elecciones de 2018, y que fue ratificado en 2024 por una mayoría abrumadora.

Nos guste o no, se notó durante este sexenio la diferencia de ser gobernados por alguien que no buscó enriquecerse ni protegerse. Que no sirvió a intereses extranjeros, y claro, con sus consecuencias a nivel internacional, no siguió los “protocolos” de los mandatarios anteriores, al menos de los inmediatos, saliéndose de la política y la diplomacia del “queda bien”.

López Obrador encabezó un gobierno donde no hubo gasolinazos, no se devaluó la moneda, ni tampoco se dio pie a intervencionismos. Se aumentó el salario mínimo, y aunque el crecimiento económico fue limitado, en medio de la pandemia más grande que se haya vivido, se registró un ansiado avance en desarrollo social que se reflejó bajando los niveles de pobreza.

El martes tendremos nueva presidenta. El mensaje hacia los sectores políticos y económicos del país ha sido en todo momento, desde antes de la campaña presidencial, la continuidad.

Claudia Sheinbaum Pardo se ha comprometido a construirle su “Segundo Piso” a la Cuarta Transformación de Andrés Manuel, pero de acuerdo con las propias palabras del aún mandatario, lo hará mejor, pues “está más preparada”.

El desafío es grande, y por capacidad no se parará. Sin embargo, el gran reto de la siguiente administración no estará solo en las urnas, estará en la capacidad de gobernar no sólo al pueblo de México, un pueblo que AMLO deja despierto y hambriento de más cambios, sino en gobernar al partido político, a un Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que ha crecido hacia todos lados, literalmente, con los pros y contras que eso conlleva.

Sin el liderazgo del Presidente, quien ha sido el segundo más popular del mundo, el panorama luce retador para México. El arrastre de sus verdades y datos forman parte del “equilibrio”. La narrativa del obradorismo no depende de lo que se diga, ni en dónde se diga, sino de quién lo diga.

Pero sin duda, la lección más importante del gobierno de López Obrador, del Peje, fue que en política “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, la multicitada frase de Benito Juárez en la que el tabasqueño construyó su credo. Los gobiernos que vengan no pueden, ni deben olvidarlo.

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