En primera fila

Una semana para cumplirle a Trump

El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum tiene poco más de una semana para convencer a la administración de Trump que puede poner “orden” en la frontera.

La sentencia arancelaria del presidente Donald Trump tiene fecha. Será el 1 de febrero cuando el gobierno de Estados Unidos imponga aranceles de 25 por ciento a las importaciones de productos desde México y Canadá, sus principales socios comerciales, con quienes tiene el acuerdo comercial más grande del mundo: el T-MEC.

Sin embargo, la ejecución de la amenaza está sujeta a que ambos países demuestren su intención de cumplir las demandas en materia migratoria, que a decir de Trump, le han causado problemas de seguridad a la nación americana.

Así, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum tiene poco más de una semana para convencer a la administración de Trump que puede poner “orden” en la frontera, un asunto que va más allá de las deportaciones masivas, y al que la mandataria ha respondido que se brindará la ayuda humanitaria necesaria para aquellos que así lo soliciten del lado mexicano.

Sheinbaum también dejó claro que no tiene la intención de ceder en este “primer round” con Trump. En este sentido, la estrategia de defensa comercial del país se está concentrando en la Secretaría de Economía, donde Marcelo Ebrard, con el aval secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, ya instrumentan una detallada lista de productos sensibles con los que México también podría responder con aranceles, para provocar respuesta del sector privado estadounidense.

Por lo pronto, la primera fase de la estrategia de esta defensa, la negociación, surtió el efecto esperado, pues la promesa de Trump era imponer los aranceles desde el primer día de su administración, lo que no ocurrió.

Con el aplazamiento que dio el lunes al tomar posesión en la Casa Blanca, quedó manifiesto que la medida de Trump tiene fines meramente políticos, es un arma de negociación, como lo será también el sector energético.

Hacia adelante, y cuando así convenga a los intereses del gobierno de Trump, podrían utilizar la alta dependencia de México al gas natural para amagar a México en distintas negociaciones.

Recordemos que actualmente México importa de Estados Unidos más del 70 por ciento del gas natural que se consume, siendo el principal comprador con más del 30 por ciento entre enero y septiembre del año pasado, según datos de la Agencia de Información Energética de EU.

Pero no es todo. La alta dependencia que tiene nuestro país de los combustibles estadounidenses representa también un riesgo que le restaría a México poder en eventuales, y casi seguras, conflictos de distintos tipos que vendrán en la segunda era de Trump. Atentos.

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