Anderson Report

‘No hay ninguno como México’, canta Mercado Pago

Mercado Pago emitió su tarjeta de crédito un millón y tres de cada diez llegaron a manos de clientes que nunca habían tenido un plástico.

“México es el mercado donde más crecemos y queda todo por crecer”.

Esta frase, que es casi una muletilla en la decena de fintech financieras que operan y siguen llegando al país, tiene otro peso si sale de boca de Pedro Rivas, el director general de Mercado Pago. Y también decir que esta plataforma financiera en nuestro país es el negocio dentro Mercado Libre que más crece, también toma otra magnitud.

Para poner en contexto, según el think tank fintech Finnovista, en 2023 México tenía 650 empresas de tecnología financiera y se estima que para 2027 habrá 86 millones de usuarios mexicanos de alguna fintech.

Hoy, en un evento con VISA, aquí en la CDMX, festejan la emisión de su tarjeta de crédito un millón, una barrera que rompieron a solo diez meses de haberla colocado en la plaza. Esto equivale a dos plásticos emitidos por minuto. De este volumen, tres de cada diez llegó a manos de mexicanos que nunca habían tenido una tarjeta de crédito en su vida.

Y en este dato está, en buena parte, la explicación del éxito del negocio: seguimos siendo uno de los países menos bancarizados de la región, con un enorme volumen de operaciones que aún se realizan en efectivo (casi 85 por ciento) y con un sector bancario tradicional que se asoma lentamente a un nicho de potenciales clientes a los que no conocen y que operan en entornos digitales. Basta con conocer los primeros datos de Bineo, el banco digital que lanzó Banorte, que tras una inversión de 250 millones de dólares y 200 empleados, en su primer mes de operaciones sólo ha captado a 8 mil clientes.

“Para ver el tamaño de la oportunidad que aún vemos aquí, basta con saber que mientras en México hay una tarjeta de crédito cada dos habitantes, en Brasil hay cuatro por persona”, agrega Rivas.

Como la segunda app de servicios financieros más usada del país después de BBVA, Mercado Pago desde hace dos años se convirtió en Institución de Fondos de Pago Electrónico (IFPE) bajo la Ley Fintech. Y decidió crecer a través de una suite de productos financieros (una especie de shopping mall monetaria) que incluye servicios para clientes individuales y Pymes, pero ofrecidos por otros comercios, por otras empresas especializadas. A saber: tercerizan el depósito de remesas con Western Union y TransNetwork, las tarjetas de débito en alianza con Mastercard, permite a los usuarios hacer inversiones en la plataforma de GBM o incluso ahorrar en criptomonedas (como bitcoin o ethereum) a través de Paxos, mientras que los seguros (tanto personales como de productos) los canalizan a través de BNP Paribas, Prudential y Klimber.

“Uno de los productos que más crece son los créditos personales”, agrega el directivo. La capacidad de conocimiento digital de sus clientes, el volumen de operaciones y de dinero que opera cada uno de sus millones de usuarios son una usina al instante de datos que les permite otorgar casi de manera inmediata préstamos que quedan depositados en su billetera digital.

Este es uno de los beneficios que brindan a quienes envían remesas (un negocio en el que están hace un año y medio) y a quienes operan comercialmente con esta aplicación.

Su nueva apuesta, sin embargo, ahora está en el mundo físico.

Para competir con Oxxo y otras tiendas de cercanía devenidas en ventanillas bancarias de cercanía, están entregando terminales de Mercado Pago a los comercios con las que trabajan para que puedan recibir pagos de servicios y hasta depósitos de los clientes que quieran cambiar efectivo por dinero en su billetera on line.

Aún sin un nombre propio, este nuevo negocio, que trae otros negocios a sus clientes ‘a pie de calle’, se suma como una serpiente nueva en esa cabeza de hidra que es esta fintech pionera con 20 años en el mercado de las finanzas digitales.

COLUMNAS ANTERIORES

Biden comenzó el cierre de la economía de EU
Peligran las remesas, por primera vez en décadas

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.