Benito Solis

Los países crecen si se apoyan en el sistema de mercado

Preocupa que en nuestro país se tomen medidas que en lugar de facilitar la inversión y el funcionamiento de los mercados y del Estado de derecho, lo obstruyan.

La economía mexicana volvió a mostrar un nuevo retroceso en febrero pasado, según el Indicador Global de la Actividad Económica que acaba de dar a conocer el Inegi. En ese mes tuvo una disminución de 0.3 por ciento en términos reales respecto al mes inmediato anterior y de -5.1 por ciento en comparación al mismo mes del año anterior. Hay que recordar que la economía tuvo una fuerte contracción en marzo de 2020 como resultado de la aparición del Covid-19 en nuestro país, pero inició su recuperación a partir de junio llegando a su mayor nivel en noviembre pasado. Sin embargo, preocupa que a partir de diciembre pasado haya iniciado una nueva tendencia negativa.

Para que nuestro país tenga una reactivación sólida cada vez es más claro que se debe realizar una vacunación masiva de la población, a fin de que las personas puedan reiniciar sus actividades normales; como sucede en Estados Unidos, en Israel, Gran Bretaña y en Chile. Sin embargo, en México sucede lo contrario, como en aquellos países que por diversas razones han retrasado la vacunación de sus habitantes, como sucede en Brasil y en India.

Es indudable que la actual crisis tendrá diversos impactos en el mediano plazo en las distintas naciones y sectores, así como en la manera en que operen las empresas y las personas, que aunque es imposible poder ver con claridad, se puede intuir. Entre algunos de los cambios que es posible visualizar están el incremento en la migración de las personas dentro del territorio nacional, pero también hacia otros países; otro será el hecho de que un porcentaje de las personas utilizarán de manera habitual el teletrabajo y se dará mayor apoyo a la automatización de los procesos y al uso de la inteligencia artificial; asimismo, se pondrán como prioridades aspectos de salud y del cambio climático, y otros muchos más que no se consideraban anteriormente. Esto ya está teniendo un impacto en el precio de las oficinas, de las viviendas en las zonas suburbanas, en el precio de los equipos de cómputo y en los servicios médicos, en seguros, en los vehículos, en los precios de servicios de hospedaje y en millones de bienes y servicios.

El mundo no será igual después de la pandemia y es imposible que una sola persona o un pequeño grupo pueda tener una idea exacta de cómo se comportarán los distintos sectores y áreas de un país y menos aún que puedan tener claro lo que cada quien de los individuos y empresas deberán de hacer para recuperar el crecimiento económico. Lo que sí se puede hacer es permitir que la suma de todos los deseos, demandas y ofertas de todos los millones de personas se reflejen en los precios de todos los productos y servicios que se negocian todos los días. Esto mandaría las señales a los fabricantes y comerciantes de lo que la sociedad en su conjunto está ordenando que se entregue en los mercados. Esta suma de modificaciones en los precios permitirían la mejor toma de decisiones a las personas.

Este funcionamiento del mercado y de los precios libres es lo que ha permitido el increíble crecimiento de la riqueza que ha generado la humanidad en el pasado siglo. La experiencia confirma que cada país que libera al sistema de mercado y al comercio tiene resultados impresionantes, incluso a pesar de sus sistemas políticos o de sus tamaños, ya sea el caso de Chile y de Perú o de Singapur y China. Este último país pasó de ser uno de los más pobres en el mundo a la segunda potencia en una generación, con el cambio en su sistema económico.

Sin embargo, el sistema de mercado no significa que se permita que cualquier empresa o persona haga lo que quiera, sino que existen una serie de reglas que requieren la participación activa del gobierno para que se respeten. Entre las mismas están la existencia de un Estado de derecho que sea obedecido por todos, respeto a los derechos de los demás, la eliminación de monopolios privados y públicos, una baja inflación, una clara definición de los derechos de propiedad, apertura de los mercados, bajos y generalizados impuestos y otros más. En suma, se requiere la existencia de un gobierno que funcione y sea eficiente. En las pasadas décadas se avanzó en parte en esta dirección, lo que permitió que regiones del país crecieran por arriba de 7.0 por ciento al año, como lo hacen las naciones asiáticas. Eso está en riesgo ahora.

Preocupa que en nuestro país se tomen medidas que en lugar de facilitar la inversión y el funcionamiento de los mercados y del Estado de derecho lo obstruyan, lo que dificultará la recuperación económica en los siguientes años.

El autor es economista.

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