Hace algunos días estaba esperando la salida del avión en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, para un vuelo que había tratado de tomar durante más de 24 horas, pero el mismo se retrasaba o de plano no se realizaba. Esto debido a que personal de distintas compañías aéreas tenían “huelgas parciales”, por medio de las cuales retrasan, posponen o incluso cancelan distintos vuelos, presionando así para obtener incrementos de sueldos y prestaciones adicionales. Esto resulta de la mayor tensión social y el nerviosismo que predomina en esa nación por la creciente inflación, lo que se manifiesta de distintas maneras, tanto en el sector laboral, como de otros sectores y actividades. Por ejemplo, ese día se vieron varios drones cerca del aeropuerto, por lo que las autoridades cancelaron y desviaron varios vuelos durante una hora hasta estar seguros de que no eran posibles atentados terroristas.
Esto no solo está pasando en esa nación, sino que se está generalizado a distintos países y muy diversos sectores como resultado de la mayor inflación que registran, así como de la guerra que hay en Ucrania, la cual podría generalizarse a otros territorios.
Hay que enfatizar que la inflación, esto es, el incremento generalizado en el nivel de precios, tiene elevados costos sociales para aquellos que tienen ingresos fijos, como son los empleados y los asalariados, los jubilados y los ahorradores entre otros. Por otro lado, los que tienen ingresos variables como trabajadores independientes, profesionistas y empresarios pueden ajustar sus ingresos en cierta proporción. Esto significa una importante redistribución de los ingresos, de aquellos que tienen ingresos fijos hacia aquellos que logran obtener ingresos variables. Asimismo, hay una transferencia de ingresos de aquellos que tienen poca educación financiera hacia las personas que poseen más y mejores conocimientos de cómo opera el sistema económico. Por ejemplo, las personas con poca cultura financiera mantienen sus recursos en efectivo, el cual es castigado por la inflación ya que el dinero pierde poder de adquisición por la inflación; mientras que los que tienen mayores conocimientos financieros mantienen su riqueza en instrumentos más sofisticados, como son bonos con tasa de interés variable y acciones de empresas líquidas, con poca deuda y que entregan dividendos.
Este cambio en la distribución de los ingresos provoca inestabilidad social importante, así como presiones políticas de diversos tipos. Esto es debido a que la inflación perjudica en mayor medida a la población de los estratos más pobres. Con más frecuencia se tiende a culpar a los gobiernos del incremento en los precios y estos tratan de responsabilizar a otros del desequilibrio económico, como pueden ser los especuladores o los comerciantes, a los empresarios o a los inversionistas extranjeros.
Los últimos datos de inflación confirman que la misma sigue una clara tendencia de alza en la mayoría de los países, como lo confirma los datos en julio de 8.5 por ciento anual en Estados Unidos, de 10.1 por ciento en Gran Bretaña, de 9.1 por ciento en agosto en la zona euro, de 10.4 por ciento en España, de 17.5 por ciento en la República Checa y de 16.1 por ciento en Polonia, entre otros. Nuestro país no está exento de este problema, la cual tiene una clara tendencia al alza, ya que registró 8.6 por ciento anual en la primera quincena de agosto, a pesar del subsidio que se otorga al precio de los energéticos, lo que tiene un elevado costo para las finanzas públicas. Sorprende que el precio del petróleo ha disminuido de manera importante en las pasadas semanas en los mercados internacionales, lo que ha permitido que el precio de la gasolina esté disminuyendo en Estados Unidos e incluso ya está más barata que en nuestro país. Los próximos datos de inflación en nuestro país confirmarán que la tendencia de la inflación sigue al alza, con su costo social.
Debido a la baja inflación que predominó durante los años pasados y el elevado nivel de liquidez que se tenía en la mayoría de los países desarrollados, las tasas de interés estaban en niveles cercanas a cero, lo que incentivaba la contratación de créditos por parte de las personas, de las empresas y los gobiernos. Ahora que los bancos centrales empiezan a subir el costo de los créditos habrá deudores que no podrán cumplir con el servicio de sus deudas y será más frecuente la suspensión de pagos e incluso la quiebra de empresas. Por lo mismo, es conveniente ser más cuidadoso dónde se ahorra, a quiénes se les da financiamiento y las condiciones en que se otorga. Por otro lado, veremos gobiernos que se verán forzados a reestructurar sus deudas y tendrán presiones sobre sus tipos de cambio, como ya sucede con el euro.
En suma, el mundo tendrá que acostumbrarse de un entorno de abundancia financiera a un periodo de restricción de recursos durante varios años, para poder controlar la inflación.
El autor es economista.