Benito Solis

La ‘aparente’ fortaleza del peso mexicano

Hoy existe un tipo de cambio flexible y muy desarrollado, por lo que cualquier desequilibrio entre oferta y demanda se resuelve con movimientos en la cotización del peso.

El peso mexicano ha mantenido estabilidad en el actual sexenio, después del importante ajuste en el año de elecciones presidenciales, es decir 2018. En ese año la cotización del dólar pasó de 18.00 pesos en enero para situarse arriba de 20.60 pesos en diciembre. Esto resultó por el triunfo del candidato identificado con una posición política de izquierda, que se pensaba llevaría una política económica expansiva del gasto y del déficit públicos, financiado con elevada expansión monetaria. Como resultado habría un ajuste importante de la paridad en los siguientes años, lo cual no ha sucedido así.

Esta creencia resulta de pensar que la cotización de las divisas es resultado de la opinión que los inversionistas y los ahorradores tienen sobre las políticas que siguen los gobernantes en los distintos países, lo cual es erróneo. En realidad, la cotización de las divisas es resultado del equilibrio de la demanda y la oferta de la mercancía, en este caso del peso.

En el caso de la actual administración, el gasto público y el déficit se han mantenido en niveles razonables y dentro del presupuesto y el Banco de México ha sido muy enfático en mantener su autonomía respecto al gobierno, como lo marca la ley, por lo que ha evitado financiar al gobierno federal. Como resultado, no se ha tenido una expansión de la liquidez en los mercados financieros, lo que contrasta con lo ocurrido en los pasados años en la mayoría de las naciones desarrolladas, quienes han registrado importantes desequilibrios fiscales como resultado de la aparición del Covid-19. Por otro lado, no se ha incrementado la emisión de circulante, siendo la misma consistente con estabilidad en la paridad, a diferencia de lo realizado en algunos países latinoamericanos, quienes tienen una inflación muy elevada.

La equivocación resulta del recuerdo entre los inversionistas y los ahorradores de las fuertes devaluaciones de 1976 y de 1994 y las correspondientes crisis financieras. Sin embargo, la situación es muy diferente en la actualidad, ya que en aquellos años se tenía una política de tipo de cambio fijo, que consistía en mantener fijo o semifijo el valor del peso. Para lograr esto, el Banco de México tenía la obligación de adquirir los dólares que sobraban en el mercado o surtir las divisas que se requerían, lo que era más común. Si el gobierno seguía una política de excesivo gasto público, la demanda por dólares se incrementaba y el Banco Central tenía la obligación de sostener el tipo de cambio, por lo que era necesario que junto con el gobierno federal incrementaran el endeudamiento en moneda extranjera o utilizaran otros mecanismos para reducir esta demanda excesiva. En caso de que no pudieran lograrlo, se tenían devaluaciones drásticas en la cotización del peso.

Hoy en día existe un tipo de cambio flexible y muy desarrollado, por lo que cualquier desequilibrio entre la oferta y la demanda se resuelve con movimientos continuos en la cotización del peso, sin intervención del Banco Central, a excepción de muy pocas veces, como cuando hay situaciones anormales en el mercado. La misma puede ser una venta o compra de una empresa muy elevada, una crisis política inesperada dentro o fuera del país o algún otro evento parecido.

La entrada de dólares tanto por exportaciones de mercancías como de servicios, las crecientes remesas por los mexicanos que residen y trabajan en el exterior, las nuevas inversiones derivadas por el nearshoring y otros ingresos compensan la demanda que existe por las divisas extranjeras. Cabe resaltar la política del Banco Central de mantener una tasa de interés real positiva, es decir, que sea más elevada que la inflación que registra la economía y resulta en proporcionar rendimiento positivas a los ahorradores. Esto ha propiciado entradas de capital del extranjero, ya que aquí tienen un rendimiento que no obtienen en el exterior.

Por el lado de la demanda, la baja tasa de inversión así como del consumo reducen las importaciones, es decir, la demanda por dólares. En economías estancadas la demanda por divisas es baja por que no hay liquidez, lo que permite la estabilidad del peso; pero su costo es tener una economía con muy bajo crecimiento y elevado desempleo o subempleo.

El autor es economista.

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