Benito Solis

Las Olimpiadas detienen la lucha política y los problemas económicos en Francia

Los Juegos Olímpicos hacen olvidar las caídas en los mercados financieros y los ajustes que los gobiernos deben hacer para recuperar la estabilidad y elevar el crecimiento.

PARÍS, Francia.- Los problemas económicos y la lucha política parecen haberse detenido en este país por las vacaciones de verano y las Olimpiadas que se desarrollan no solo en París, sino en diferentes ciudades de esta nación. Para los habitantes de Francia es una tradición muy arraigada disfrutar de sus vacaciones en esta época del año, sobre todo en las zonas cercana al mar, principalmente el Mediterráneo, tanto en hoteles de gran lujo como sus departamentos de verano o en los llamados campings, donde las familias se quedan durante varias semanas. A diferencia de los habitantes de otras naciones, aquí se trabaja para vivir bien y no se vive para trabajar.

Como la mayoría de las economías desarrolladas, la deuda del gobierno se elevó de manera importantes en los últimos años, principalmente como resultado de los gastos realizados para enfrentar el covid y se sitúa por arriba del 100 por ciento del PIB. Cuando las tasas de interés eran cercanas a cero por ciento, su servicio no representaba una gran preocupación, pero en la medida en que se han elevado, las finanzas públicas están presionadas. Sin embargo, realizar los correspondientes ajustes no son fáciles y con frecuencia provocan problemas sociales y políticos, lo cual es el caso en este país y otros más, incluido el nuestro.

La fuerza política que apoya al presidente Macron perdió las pasadas elecciones en la Asamblea, por lo que debe de nombrar a otro primer ministro, que sea apoyado por el Poder Legislativo, lo cual será difícil. Para poder llevar a cabo las Olimpiadas, el Presidente pidió una tregua mientras se realiza este evento deportivo. A diferencia de México, en donde el Presidente es al mismo tiempo jefe de Estado y jefe de Gobierno, en otros países como Francia e Inglaterra, las dos responsabilidades están asignadas a distintas personas, para evitar una excesiva concentración del poder, que la historia muestra que no es conveniente para la libertad y bienestar de la población.

Un tema que preocupó aquí fue el excesivo costo que tiene organizar los Juegos Olímpicos, como lo demostraron los casos de Pekín, superior a los 50 mil millones de dólares o el de Tokio 2020 con 35 mil millones. En París se decidió aprovechar las instalaciones existentes y la construcción de instalaciones temporales en lugares emblemáticos de la ciudad, como son el caso de la Torre Eiffel, el Trocadero e incluso un tramo de 6 kilómetros del río Sena, donde fue la inauguración, para reducir los costos. Además, se realizan eventos en nueve ciudades fuera de la capital como Lyon, Niza y Nantes. Con esto el presupuesto estimado es cercano a los 10 mil millones de dólares, que se esperan compensar con los patrocinios y los ingresos por la llegada de los visitantes y otros ingresos más. En varios lugares hubo acceso gratuito para ver los eventos en grandes pantallas y conocer personalmente a los distintos competidores, como fue en el Trocadero, donde todas las tardes y noches se realizan diversas actividades y presentaciones. Con esto las personas que no asisten a los eventos deportivos, pueden ver de manera personal a los distintos atletas.

Además, es impresionante la seguridad de la ciudad, la cantidad de policías que están en las calles, muchos de ellos que vienen incluso de otros países de la comunidad europea y la limpieza de París; así como la buena disposición de los miles de voluntarios en todas las actividades.

Esta Olimpiada hace olvidar aquí las caídas en los distintos mercados financieros y los inevitables ajustes que los distintos gobiernos deben de realizar para recuperar la estabilidad y elevar el crecimiento económico.

COLUMNAS ANTERIORES

Factor económico propicia los drásticos cambios políticos en el mundo
Ventajas de una paridad flexible para enfrentar un ‘shock’ externo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.