Lo que suceda los próximos días y semanas en Estados Unidos y en nuestro país será determinante para nuestra economía durante los siguientes años e incluso décadas. Dependiendo de quien gane la elección presidencial en nuestro vecino definirá la relación política, económica y financiera entre nuestras dos naciones. Por otro lado, la transformación del sistema judicial y la eliminación de los organismos autónomos serán determinante en la manera en que funcionará el sistema económico en México. La historia muestra que donde predomina el sistema de mercado, basado en la competencia entre las empresas, es el que propicia mayor crecimiento, generación de empleos y más alto nivel de vida de la población.
Tradicionalmente Estados Unidos se visualiza a sí mismo como una “isla”, que puede funcionar bien sin necesidad del resto del mundo. Su fundación fue resultado de inmigrantes que buscaron un lugar aislado, en donde hubiera poca intervención del gobierno, con bajos o nulos impuestos y restricciones; por lo que cuando se enfrentan a problemas, ya sean internos o externos, tienden a aislarse de los demás.
Por lo mismo, la negociación original del Tratado de Libre Comercio (TLC) fue muy difícil, ya que suponía que sería entre iguales. Los avances que México había logrado en su economía, en su sistema legal, en educación y muchos temas más fue determinante para la culminación de este acuerdo comercial. Como dijo de manera reciente un funcionario, la idea entre nuestros países no era solo lograr avances en el “nearshoring”, sino en el “friendshoring”, es decir, no solo tener la actividad productiva cerca, sino incrementar nuestros lazos económicos y políticos, es decir hacer negocios con los amigos.
Por esta razón es obvio que la relación de los Estados Unidos se ha deteriorado de manera importante en los últimos años, por lo que busca incrementarla en mayor medida con países más afines. Para mantener la relación comercial y económica con nuestro principal cliente, es determinante que nos consideren como un amigo con intereses y valores coincidentes y no como un posible enemigo en caso de un mayor conflicto internacional.
En este momento la atención de los norteamericanos está centrada en quién será su próximo presidente y el riesgo de que se tenga un conflicto por el resultado del proceso electoral. Aunque ambos candidatos han anunciado que piensan seguir una política fiscal expansiva, las propuestas de Trump son más costosas y una parte importante sería financiada con incrementos a los aranceles impuestos a los productos importados de otros países, como México y China. A pesar de esto, la deuda pública podría incrementarse en cerca del 50 por ciento en los siguientes años.
Bajo este escenario sería probable que no solo se revisara el acuerdo con México, sino es posible que se tenga una nueva negociación de toda la relación comercial entre nuestros países. Esto tendría un impacto importante en el tipo de cambio y en menor actividad económica, lo que presionaría la inflación interna, pero podría traer beneficios a los exportadores que no fueran perjudicados con los aranceles más elevados.
Por el otro lado, mi percepción es que si triunfa la candidata demócrata, debido a que es abogada y ha sido fiscal, la daría mas importancia a lo que está sucediendo en México con la reforma al Poder Judicial. En ambos casos existe el riesgo de que se eleve aún más el tipo de cambio y se mantengan altas las tasas de interés, lo que reduciría la inversión privada y por consiguiente, la actividad económica. Esto tendría un impacto en el empleo y en los sueldos, lo que eventualmente impactaría en la emigración.
En cualquiera de los dos escenarios es importante que se fortalezca la unidad nacional, para enfrentar el difícil entorno que amenaza al país.