El pasado 28 de septiembre conmemoramos el Día Internacional del Acceso Universal a la Información, una celebración que tuvo como objetivo reflexionar sobre la importancia de proteger este derecho humano que, en palabras de Tawfik Jelassi, director de Comunicación e Información de la UNESCO, es reconocido en 140 países. Sin duda, una cifra que da cuenta de su relevancia considerando que, en la década de los noventa, apenas 14 países lo contemplaban en sus legislaciones.
Para 2024, la fecha tuvo como tema central ‘Integrar el acceso a la información y la participación en el sector público’, ante la necesidad de transversalizar la cultura de la máxima publicidad de la información en todas las labores gubernamentales, como una vía para el cumplimiento de los Objetivos de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. Ello, porque su ejercicio nos permite obtener las herramientas necesarias para fomentar la participación cívica y el empoderamiento económico, lo que resulta esencial para lograr un desarrollo inclusivo y sostenible.
La transversalización busca garantizar que el acceso a la información no solamente sea un derecho en el papel, sino que sea una práctica cotidiana que influya en la toma de decisiones y que permita a la ciudadanía ejercer un control sobre las acciones de sus gobiernos.
Por ello, es nuestra tarea hacer de ese derecho la piedra fundacional sobre la que se edifica una sociedad democrática, pues estoy convencida de que, sin el acceso a la información, la sociedad quedaría en la oscuridad, considerando que es un derecho vital en cualquier sociedad democrática y, para que su impacto sea transformador, no basta con que exista como un derecho aislado, sino que se convierta en una parte integral de la gestión pública.
Lo anterior, no sólo nos permitirá promover el conocimiento para la toma de decisiones más informadas, sino contribuir a recuperar la confianza de la sociedad en sus instituciones y a vigilar el actuar gubernamental. Por ello, al defender ese derecho, empoderamos a la ciudadanía, fortalecemos instituciones y promovemos sociedades más justas y equitativas.
Bien dicen que la información es poder, y sí, es poder para las personas, poder para mejorar la calidad de vida y el entorno de toda la gente, poder para tomar mejores decisiones y poder para participar e incidir en la vida pública. Usémosla a nuestro favor.
En una coyuntura que pone en riesgo este derecho, al prescindir de un organismo ciudadano que lo proteja y garantice, es imperativo que levantemos la voz y lo defendamos, pues nos pertenece a todas y todos como sociedad.