En semanas recientes tuve la oportunidad de entrevistar a dos mujeres cuya claridad de mente y de postura sobre los derechos humanos me dejó un gran aprendizaje. Se trató de la abogada defensora de derechos humanos y feminista –así se define ella– Mar Grecia Oliva y de la magistrada del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, Celia Marín Sasaki. En dichas conversaciones, tratamos diversos temas legales orientados sobre todo a la defensa de los derechos familiares y a la perspectiva de género. En estas entrevistas se aclararon muchos conceptos sobre estos temas, que tendemos a confundir y en ocasiones a estigmatizar como si se tratase de una lucha entre géneros, entre hombres y mujeres con la intencionalidad de someter a unos y otras.
Al hablar del modelo patriarcal que se combate o se propone erradicar, Mar Grecia Oliva pronunció algo de lo cual sinceramente nunca me había percatado y que, sin embargo, me dejó ver con mayor claridad los extremos a los que este modelo ha afectado a nuestra sociedad, no sólo a las mujeres, sino también a los hombres. Existen muchos integrantes de nuestra sociedad que siguen pensando que los roles están predeterminados y que deben de mantenerse como nuestro constructo social lo ha definido desde hace milenios, es decir, una mujer en casa y al servicio de la familia y un hombre proveedor. Sin embargo, esto ha limitado –a decir de Mar Oliva– el libre desarrollo de mujeres y también de hombres, toda vez que este modelo no solo limita a la mujer a labores domésticas, sino también la pone en un plano de subordinación con respecto a su entorno masculino –pareja, padre, hermanos, hijos–, que tiene ventajas derivadas de su género. Y sin embargo, el hombre también es muy afectado por este modelo, ya que el mismo da a los varones la obligación de ser exitosos, fuertes, ganar mucho dinero, mantener a nuestros grupos familiares lo mejor que se pueda… aunque se nos vaya la vida en eso. Un hombre, en el modelo patriarcal es percibido como menos hombre entre menos exitoso sea desde el punto de vista económico y en su rol de proveedor. Ese es el modelo patriarcal en el que vivimos inmersos desde hace milenios y que, a estas alturas, no nos hace bien a nadie. Lo extraño es que los hombres parecen estar contentos con este rol que limita sus posibilidades de desarrollo y de expresión humana para convertirnos en feos, fuertes y formales, sin posibilidad de explorar otros roles u opciones en una convención social muy acabada ya y francamente, muy mal acabada. ¿Será que les satisface o es que nunca hemos reflexionado sobre esto?
Afortunadamente cada vez existe más conciencia sobre la inutilidad de este modelo y es imperioso incorporar a nuestras instituciones y concretamente a la impartición de justicia, la perspectiva de género, tal y como nos lo explicó la magistrada Celia Marín Sasaki. Contrariamente a lo que se piensa en algunos grupos de derecha, la perspectiva de género no tiene nada que ver ni con preferencias sexuales ni personales, sino que, por el contrario, es el reconocimiento de una situación de hecho por virtud del cual se pretende tratar de manera desigual a los iguales. La perspectiva de género al momento de impartir justicia –según nos explicó la magistrada– no implica favorecer a nadie en razón de su identidad, sino que, por el contrario, es reconocer que las circunstancias externas en ocasiones no reconocen la vulnerabilidad de una de las partes en un proceso judicial y por lo tanto, es el juez quien debe de hacerlo valer. Generalmente es la mujer quien se encuentra en un plano de inferioridad como consecuencia de una construcción social, pero se han dado casos en que las leyes dejan a los varones en estado de indefensión por su simple condición de hombres, como fue el caso de las guarderías del IMSS a la que los hombres no podían meter a sus hijos si eran padres solteros. Sólo lo podían hacer las mujeres. En este caso, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se encargó de erradicar esa disposición por considerarla discriminatoria y admitir que también los padres solteros tienen derecho al acceso de las guarderías.
La perspectiva de género y la lucha contra el modelo patriarcal, no es una lucha de mujeres contra hombres, sino que se trata de una batalla por el reconocimiento de una igualdad entre personas sin importar su género o preferencia sexual. Es una lucha por que cada quien asuma de manera libre el rol que le convenga dentro de un marco de respeto y reconocimiento a las diferencias.
El autor es abogado experto en administración pública.