Competencia 2.0

Multa multimillonaria a Alibaba por prácticas monopólicas

La imposición de esta sanción de los reguladores de competencia en China de 2.8 mil millones de dólares, sin duda manda un mensaje a los gigantes tecnológicos y a los empresarios.

Experto en competencia

Hace unos días, los reguladores de competencia en China anunciaron la imposición de una multa sin precedentes por dos mil 800 millones de dólares a la empresa de comercio electrónico Alibaba por violaciones de las leyes de competencia económica. La noticia se ha convertido en el tema del momento en el ambiente empresarial internacional, pues se suma a otros rumores de rompimiento entre el gobierno chino y el empresario más famoso de ese país: Jack Ma.

Esta es una de las multas más altas de la historia de la competencia económica. En general estas multas multimillonarias han sido impuestas en contra de empresas de tecnología, como los casos de Intel, Qualcomm o Google, sin embargo, China no había sido una jurisdicción muy relevante en cuanto a sanciones de competencia se refiere. Además de la multa, en este caso los reguladores impusieron diversas medidas correctivas, incluyendo la modificación de cláusulas de exclusividad, mejorar su sistema de cumplimiento y los derechos y protecciones a los consumidores en la plataforma.

Muchos críticos de la empresa y del gobierno chino han considerado que la multa no es tan grande como parece, pues para este gigante tecnológico sólo representa el 1.0 por ciento de sus ingresos (4.0 por ciento de sus ingresos locales). Recordemos que Alibaba es una de las empresas más importantes del mundo. Es una de las marcas más valiosas y una de las emisoras de valores más relevantes. Alibaba no es solo una plataforma de comercio electrónico: es un conglomerado de empresas que han transformado la economía China desde los sistemas de pagos hasta la venta al menudeo, y que se prevé transformarán la vida de las personas a través de la inteligencia artificial.

Con estos elementos, parecería que la multa es un pequeño golpe en la mano o incluso parte de un arreglo con la empresa y su fundador para que los dejen en paz después de varios problemas regulatorios que les han afectado recientemente. Estas sospechas se han acrecentado por la reacción casi inmediata de Alibaba en aceptar la sanción y la corrección de sus políticas. Al menos el mercado está de acuerdo con esta interpretación, pues el precio de la acción de la empresa subió más 9.0 por ciento al día siguiente del anuncio de la multa en mercados internacionales.

Por el otro lado, la imposición de esta sanción sin duda manda un mensaje a los gigantes tecnológicos y a los empresarios tanto chinos como extranjeros. Se muestra un decidido impulso a las acciones de competencia y al uso de ese brazo regulador para frenar a estos gigantes. Lo que parece probable es que ahora toque el turno a empresas americanas que están siendo investigadas también por el gobierno chino, lo que podría ser visto como agresivo por sus rivales comerciales.

Este caso también demuestra la necesidad de corregir ciertas prácticas de las empresas tecnológicas en general. Muchas de ellas mantienen prácticas comerciales especialmente agresivas que incluyen exclusividades, incentivos, ventas atadas, cláusulas de nación más favorecida y otros términos y condiciones que les podrían representar sanciones graves en caso de ser consideradas como un abuso de su posición de dominio en algún mercado. En el caso de Alibaba, los reguladores insisten en la necesidad de programas de cumplimiento muy rigurosos como medida correctiva para la empresa, mandando con ello la señal para otras compañías.

El caso en comento demuestra un avance de China en su camino para convertirse en un jugador importante en materia de regulación de competencia y en que sus reguladores jueguen un papel mucho más relevante en la escena internacional, cosa que hasta ahora no ha sucedido, pero quedan muchas cosas por ver. Queda tiempo para distinguir si este caso muestra el inicio de la consolidación del sistema de competencia en China o es otro uso político de la regulación para mandar mensajes. El régimen debe demostrar que no está guiado por intereses del gobierno central que van cambiando en el momento y que cuenta con procedimientos imparciales y basados en análisis técnico riguroso como parte de sus esfuerzos para consolidar su liderazgo comercial mundial.

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