Carlos Serrano Herrera

Cuellos de botella: oportunidad para México

Las empresas que suministran al mercado de Estados Unidos se han percatado de los riesgos que implica el tener cadenas de suministro demasiado largas y lejos del mercado de destino.

Economista en Jefe de BBVA México

Desde hace meses, una serie de cuellos de botella ha resultado en disrupciones en las cadenas de suministro globales y en elevados niveles de inflación. Puertos en Asia y en California están congestionados con embarcaciones que esperan días para poder descargar mercancías, mientras que los precios de transportar contenedores a través del Pacífico se han incrementado hasta en ocho veces. Este estrangulamiento ha resultado en la pérdida de fuerza de la recuperación económica en varios países, entre los que están tanto México como los Estados Unidos, provocando que la producción de manufacturas, en particular en el sector automotriz opere por debajo de su capacidad. El alza en los costos de transporte, aunada a las restricciones de oferta han resultado en elevadas presiones en precios, como el de los automóviles que en Estados Unidos muestran una inflación de 31 por ciento en el caso de los usados y de 11 por ciento en el de los nuevos.

Estos cuellos de botella se explican fundamentalmente por factores asociados a la pandemia. Como ya he comentado en estas páginas, durante meses puertos, embarcaciones y transportes carreteros operaron muy por debajo de su capacidad instalada debido a cierres o medidas de distanciamiento social. Además, la pandemia resultó en una recomposición del consumo, con los hogares destinando un mayor porcentaje de su ingreso a la adquisición de bienes y menos a la de servicios (imposibles de consumir durante el confinamiento). Así, se gastó más en equipo de cocina y menos en restaurantes, más en equipos de entretenimiento y menos en espectáculos, originando un exceso de demanda de bienes ante el cual la oferta no se ha ajustado, en parte por las restricciones impuestas por la pandemia y en parte por las dudas de las empresas respecto a si este cambio en la demanda será permanente. Crucialmente, se dio un aumento significativo en la demanda de artículos electrónicos como computadoras y tabletas para poder tener conectividad al haber más trabajo y educación remotos lo cual implicó una mayor demanda de semiconductores, resultando en una escasez de estos, con impactos a lo largo de múltiples cadenas de producción (el caso de los automóviles en las armadoras mexicanas ha sido paradigmático).

Al estar explicados por la pandemia, me parece que estos cuellos de botella no son estructurales. Después de todo, el Covid no afectó la capacidad instalada de las economías, de manera que, a medida que la pandemia comience a controlarse, estos cuellos de botella empezarán a ceder. De hecho, si bien estamos lejos de la situación precrisis, ya hay algunas señales de que esto está sucediendo, como son la reducción en tiempos de entrega de insumos y la caída en los fletes de contenedores por vía marítima.

Ahora bien, me parece que, independientemente de cuánto tiempo lleven en resolverse, estos cuellos de botella de la pandemia sí tendrán un impacto estructural, pero de otra naturaleza: las empresas que suministran al mercado de Estados Unidos se han percatado de los riesgos que implica el tener cadenas de suministro demasiado largas y lejos del mercado de destino. En esta ocasión el gran disruptor fue el Covid, pero han habido otros episodios de disrupciones en las cadenas globales de suministro como lo fueron la explosión de la planta nuclear de Fukushima o la gripe aviar en el este de Asia. Por ello, las empresas quieren ubicar a sus proveedores de insumos críticos, así como a los que elaboran productos finales, más cerca del mercado de Estados Unidos. Y no solamente las empresas: el gobierno de Estados Unidos recientemente elaboró un reporte mostrando preocupación por los riesgos que implica tener las cadenas de suministro de sectores estratégicos lejos de su mercado o ubicadas en países con los que no están alineados geopolíticamente.

Lo anterior representa una oportunidad para el país para atraer inversiones y potenciar nuestro rol en las cadenas de valor con Estados Unidos. Para ello hay que reducir el clima de incertidumbre y mejorar la infraestructura –portuaria y carretera– requerida para transportar insumos y productos finales.

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