Este 2024 México vivirá la más grande elección de su historia. Pero los comicios se desarrollarán en condiciones no sólo difíciles sino adversas para el pleno ejercicio democrático.
El artículo 134 constitucional establece que los gobernantes “tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la equidad de la competencia entre partidos”. Sin embargo, el presidente de la República usa toda la infraestructura de comunicación a su alcance para interferir en la contienda. Por esa reiterada violación al deber de neutralidad que le impone la Constitución, ha recibido una y otra vez medidas cautelares por parte de las autoridades electorales. En el proceso electoral en curso, quien subvierte las reglas del juego democrático es el presidente. La equidad en las condiciones de la competencia electoral, con dinero de origen opaco a favor de las candidaturas oficiales y con el gobierno volcado en actividades proselitistas, ha sido dañada.
Aun así, todavía es posible salvar en lo sustancial la integridad de las elecciones en curso. Ello depende de tres aspectos centrales: 1) un padrón electoral confiable; 2) casillas instaladas por ciudadanos independientes y, 3) difusión oportuna y transparente del veredicto ciudadano. Veamos cada uno.
Uno. Sin padrón confiable no hay elección confiable. Por fortuna, el padrón del Instituto Nacional Electoral (INE) es un instrumento de alta calidad y consistencia. Al cierre de diciembre contaba con 99.5 millones de ciudadanos inscritos. Nadie en México ha sido excluido de forma arbitraria de su derecho al sufragio y ninguna persona tiene dos credenciales vigentes para votar. Así que la base fundamental para contar con una elección auténtica está firme. No es casual, por cierto, que este gobierno haya pretendido quitarle al INE la confección del padrón. La marea rosa, la defensa del INE de su autonomía en 2022 e inicio de 2023, así como la sentencia de la Corte contra el ‘plan B’, evitaron que el gobierno pudiera manipular el padrón.
Dos. Instalar todas las casillas y contar los votos de forma escrupulosa. Se trata de la operación más compleja de todo el proceso electoral. El INE tiene por ley la misión de visitar al 13 por ciento del padrón electoral, es decir, a casi 13 millones de ciudadanos para invitarlos a ser funcionarios de casilla. Marzo fue el mes sorteado, así que los nacidos en ese mes y en abril serán visitados por el INE en sus domicilios a partir de febrero para que acepten ser funcionarios de casilla. Va a ser clave decirle ‘sí al INE’ y aceptar la tarea. No hay mayor responsabilidad democrática que ésa: instalar las casillas y hacer posible el voto libre y secreto de los vecinos. Como el INE ha de instalar cerca de 170 mil casillas, cada una con seis funcionarios titulares y tres suplentes, se va a requerir un millón y medio de ciudadanos al frente de las casillas el 2 de junio.
Que las casillas se instalen por ciudadanos independientes y comprometidos con la limpieza electoral va a ser crucial, pues desde 2022 se detectó que operadores políticos del gobierno, los ‘siervos de la nación’, buscan enrolarse como funcionarios de casilla. Así que a correr la voz: a decirle sí al INE y a instalar las casillas.
Parte de la pulcritud de la elección dependerá de la vigilancia de los propios partidos. Tienen la obligación de acreditar representantes en cada casilla. Entre más ojos atentos, más garantías de operación limpia y de respeto al sufragio.
Tres. Resultados oportunos y claros. El conteo rápido, un ejercicio estadístico que toma datos de votos depositados y contados a partir de una muestra representativa de las casillas, debe arrojar resultados hacia las 11 de la noche del 2 de junio. Además, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) ha de brindar información casilla por casilla para que todo mundo pueda conocer cómo avanza el veredicto ciudadano la misma noche de la elección. Esa delicada labor corresponde al INE. Lo ha hecho bien en el pasado y debe hacerlo de nuevo. Contar con resultados oportunos y transparentes es indispensable frente a la irresponsabilidad de las autoproclamaciones de triunfo.
El trabajo técnico y operativo del INE recae en su estructura profesional, que sigue en pie. A pesar de las malas artes del gobierno, si la ciudadanía se apropia de su elección, instala y cuida las casillas, ésta será auténtica. Que así sea.