Sujo es la película dirigida por Astrid Rondero y Fernanda Valadez que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas ha postulado para los premios Oscar en Estados Unidos y los Goya en España en 2025.
Sujo es un niño de cuatro años que juega con su luchador de plástico mientras viaja de pasajero en el vehículo en que su papá, Josué, “El Ocho”, se desplaza para dar con las víctimas que tiene por encargo liquidar. Pronto él será el blanco; quien lo va a ejecutar le advierte que al crío también lo meterán en el mismo tambo donde van a diluir su cadáver.
La tía materna, con la valiente solidaridad de una amiga, acoge a Sujo en su precaria vivienda, alejada del pueblo donde la amenaza es también una condena. La vida de ese México rural transcurre entre relinchos de caballos, el pastoreo de cabras, aullidos de perros, el canto nocturno de los grillos, bajo la brillante constelación de Orión, el cacareo de gallos al amanecer, el zigzagueo del machete para cortar la leña que arde al interior de la choza sin luz, siempre invadida de humo. Pero no es más un paisaje bucólico, pues lo que marca e interrumpe la existencia cotidiana es la presencia omnímoda de la violencia criminal. Es Tierra Caliente en Michoacán, pero bien podría ser Fresnillo en Zacatecas, Jiutepec en Morelos, Petatlán en Guerrero, Luvianos en el Estado de México, San Fernando en Tamaulipas…
El niño Sujo formula preguntas: “¿Y mi papá?”, regresó con los animales, es la respuesta; “¿ese perro es de usted?”, no, es del cerro; “¿qué es hacer agua?” y sólo obtiene silencio. Y realiza una afirmación: quiero ir a la escuela, pero al hacerlo corre peligro. Las mujeres cuidan y quieren a los hijos, a los propios y a los huérfanos, los alimentan, visten y asean, juegan con ellos, pero no consiguen ponerlos a salvo de la ley de las pistolas, de la herencia sicaria, de la absoluta falta de justicia que asola a los pueblos, las rancherías, las ciudades del país. Sin ley, el pueblo se extermina a sí mismo. Las frecuentes imágenes religiosas de la Virgen de Guadalupe, del Cristo Redentor, del Santo Malverde ofrecen a víctimas y victimarios por igual su misericorde protección: ninguna.
Astrid Rondero y Fernanda Valadez, guionistas, directoras y productoras egresadas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ya habían retratado de frente la violencia criminal en trabajos previos. Destaca la serie documental El Portal: la historia oculta de zona divas (Netflix, 2024), producida por Laura Woldenberg, que da cuenta del enorme mercado de la prostitución, demandada por hombres jóvenes y mayores, con frecuencia padres de familia; muestra la necesidad de chicas de hogares humildes y también su ambición de “triunfar” cueste lo que cueste en el mundo que creen será el del espectáculo; los anuncios que suelen ser engañosos para ellas; la extensa red transnacional de trata de personas; la corrupción de las autoridades migratorias y policiales de México; la extorsión bajo la que viven esas mujeres; los narcotráficantes, salvajes sin humanidad alguna, que violan y violentan a las chicas, las amenazan, incluso torturan y mutilan —todo documentado en audios y vídeos— y hasta asesinan; unas autoridades de procuración de justicia corrompidas hasta la médula.
“¿Tú crees que la gente puede cambiar su vida?” pregunta Sujo ya de joven. Huye de Michoacán, termina en la Central de Abastos como cargador de verdura. El milagro centellea: llega a Ciudad Universitaria, se cuela de oyente en la Facultad de Filosofía y Letras. Una hada protectora, la maestra Susana —Sandra Lorenzano— le procura libros, amistades, consejos. Pero la lealtad carnal de Sujo está con el criminal que lo visita para llevarlo a traicionar a su mentora y a sus sueños. La educación pública, única salida, requiere esfuerzo, dedicación, lo contrario al dinero fácil que persiguen los hijos del crimen.
Susana, de joven, escapó de la dictadura en Argentina. ¿Cómo es tu tierra? Inquiere Sujo: “un lugar hermoso y lleno de muertos”. Como el México actual. En el Cono Sur, en los setenta, el horror venía de la atrocidad criminal del Estado; en nuestro país hoy el terror se ejerce ante la ausencia total del Estado en vastas zonas del territorio, donde nacen y crecen sin futuro, sin la posibilidad de permanecer en la escuela, de encontrar algún empleo formal, cientos de miles de Sujos.
Sujo, una obra cinematográfica que se ocupa de lo que las autoridades desprecian.