Clemente Ruiz Duran

Biden: multifacético y contradictorio

A la situación de riesgo sistémico en la economía estadounidense se suma una situación que mina la credibilidad de la administración Biden.

El lunes pasado escuchamos al presidente Biden lanzar un mensaje para calmar los ánimos por la quiebra de dos bancos en California, Silicon Valley Bank (SVB) y Signature, en tres días. “Estén tranquilos: el sistema bancario es sólido, sus depósitos están seguros” y “estarán disponibles cuando los necesiten”, a lo que se sumo su reclamo por medidas reguladoras más firmes para el sector. Los problemas de SVB, el banco número 16 de Estados Unidos por tamaño, surgieron por sus decisiones de inversión. La entidad colocó más de la mitad de sus depósitos en bonos estatales de renta fija, considerados de bajo riesgo en comparación con el que podría presentar la concesión de nuevos préstamos. Pero la subida de tipos de interés, forzada por la alta inflación, hizo que esos títulos perdieran valor, al tiempo que el sector tecnológico entraba en una época de vacas flacas. Una tormenta perfecta: a medida que sus clientes comenzaban a retirar depósitos para hacer frente a sus obligaciones, SVB se vio forzada a vender sus bonos con una pérdida de cerca de 1.800 millones de dólares. Los reguladores estadounidenses entre los que destaca Janet Yellen, la secretaria del Tesoro, no lograron anticiparse a esta situación cuando la semana pasada los clientes de SVB sacaron 42 mil millones de dólares. Esto ha puesto en evidencia una vez más la fragilidad del sistema financiero y pondrá en entredicho a la Reserva Federal en sus decisiones sobre el control de la inflación, reduciendo su margen para el manejo de las tasas de interés. Se anticipa que se pedirán medidas de control más duras sobre el sistema bancario para evitar que se repita este tipo de problemas. Una vez más la voz de Hyman Minsky, autor de Estabilizando una economía Inestable, parece hacerse presente recordando que ante un sistema financiero tan complejo no se puede bajar la guardia, que es necesario mantener una supervisión permanente de los organismos reguladores para evitar que se presenten estas situaciones que pueden poner en riesgo a la economía global.

A la situación de riesgo sistémico en la economía estadounidense se presenta una situación que mina la credibilidad de la administración Biden. Durante su campaña se comprometió a una lucha contra el cambio climático. En los foros internacionales se ha caracterizado por su defensa, por lo que la decisión del pasado lunes de permitir el proyecto petrolífero Willow en el norte de Alaska de la empresa estadounidense ConocoPhillips, es un atentado de grandes magnitudes contra la reducción de los gases de efecto invernadero. Alaska es una de las últimas zonas vírgenes de Estados Unidos y al permitir este proyecto con tres áreas de perforación con más de 200 pozos nuevos, producirá unos 278 millones de toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero en un período de 30 años. Esto anularía gran parte de los avances logrados en la consecución de los objetivos climáticos. La contaminación por el carbono que va a emitir al aire tendrá efectos devastadores para el medioambiente.

Estas facetas del presidente Biden parecen mostrar su debilidad institucional para establecer una trayectoria diferente a las administraciones republicanas que se han comprometido más con la desregulación tanto financiera como medioambiental. Se requiere estructurar una política financiera más sólida comprometida con una reducción del riesgo sistémico. Esta situación se hará evidente en las próximas semanas en las que los mercados financieros globales responderán a esta nueva muestra de fragilidad financiera estadounidense, los mercados son los que demandarán una acción enérgica por parte de las autoridades para evitar que un evento como el de California contamine a todos los mercados globales.

En lo medioambiental la situación es igualmente complicado ya que difícilmente se dará marcha atrás, lo que implica que la administración Biden habrá roto con las promesas de reducción de los efectos invernadero comprometidos en el Acuerdo de París, con ello se pone en riesgo toda la estrategia, ya que Estados Unidos es la pieza clave en esta lucha, si la mayor economía del mundo se ha animado a romper con estos compromisos, es posible que otros países sigan la misma ruta. Estamos en una coyuntura sumamente complicada en donde los intereses de corto plazo marcados por coyunturas electorales parecen dejar de lado la supervivencia de largo plazo.

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