La economía de China creció apenas 3 por ciento en 2022, un año marcado por los confinamientos y las disrupciones derivados de la política de cero Covid, a la que el gobierno puso punto final de forma abrupta en diciembre tras una ola de protestas sociales. El lunes pasado se dio a conocer que el primer trimestre de 2023, la economía china se expandió a un 4.5 por ciento, lo que abre la expectativa de que alcance un 5 por ciento de crecimiento a lo largo del año, lo que significaría un refuerzo para la expansión del comercio global y por ende de la economía global. Esto contrasta con la menor dinámica en el primer trimestre de 2.5 por ciento de la economía de Estados Unidos. Este diferencial en las megaeconomías globales lo que parece mostrar es que el gigante asiático marcará el crecimiento de la economía global. Según un nuevo informe de Wood Mackenzie, se espera que la economía china crezca un 5.5 por ciento, pero podría hacerlo hasta un 7 por ciento en 2023, a medida que el país se recupere de los tres años de bloqueo provocados por la pandemia del Covid.
Este repunte tendrá un efecto especial, y es que el crecimiento a nivel global será intensivo en recursos naturales, ya que China es el mayor importador de casi todas las materias primas de los mercados mundiales y su reapertura, algunos analistas señalan que una expansión de la economía china por arriba de lo previsto afectará sin lugar a dudas los precios de las materias primas, “un crecimiento chino más rápido de lo previsto modificará drásticamente la oferta y los precios de las materias primas a corto plazo”, afirma Massimo Di Odoardo, vicepresidente de Investigación de Gas y GNL. “Hay pocas materias primas que no se vean afectadas, pero algunas lo están más que otras”.
Estas noticias empiezan a configurar un escenario diferente a lo que se había previsto, incluso en los reportes de los organismos financieros internacionales de la primavera, que apostaban por un crecimiento menos dinámico, pero al elevarse las expectativas de crecimiento chino los efectos se dejarán sentir en toda la economía mundial, impulsándose un repunte en los proveedores de materias primas, cambiando los equilibrios de la recuperación global.
Esto beneficiará a países como Brasil, que con la visita del presidente Lula a China, ha modificado los equilibrios regionales, al firmar más de 15 acuerdos de cooperación con China. Pareciera ser que el coloso sudamericano intenta impulsar su economía haciendo uso intensivo de los grandes recursos naturales con los que cuenta. Se espera que la vuelta de China a una movilidad normal impulse una fuerte recuperación de la demanda mundial de petróleo en 2023, tanto desde la perspectiva del caso base como del caso alto. Según reportes de empresas como Macro Oils, una fuerte recuperación de la economía china podría aumentar la demanda por petróleo y elevar el precio entre 3 y 5 dólares por barril. La demanda de productos refinados en China será mayor, sobre todo de combustibles para el transporte y materias primas petroquímicas. El informe señala que, a pesar de que las exportaciones chinas de gasolina, carburorreactores y gasóleo/gasóleo serán menores debido al aumento de la demanda interna, los equilibrios mundiales no se verán alterados en gran medida.
Los precios de los metales dependen de la actividad de la construcción. Dado que los mercados mundiales de metales están tan estrechamente vinculados a los flujos y reflujos de la economía china, el nivel de crecimiento depende en gran medida de la rapidez con que se aceleren los sectores industrial e inmobiliario del país. Dado que el repunte de China se hará patente en el sector industrial y en el inmobiliario, esto tenderá a afectar al mercado metalúrgico, presionando al alza el precio del acero, el aluminio y el cobre.
El informe concluye que los mercados de la energía y los recursos naturales siguen estando delicadamente equilibrados y, aunque los dirigentes chinos mantienen la cautela en materia de política monetaria y fiscal, no puede descartarse un mayor crecimiento. La reapertura de China podría volver a caldear los precios en todo el espectro de la energía y los recursos naturales.
El dinamismo de la economía china podría modificar las tendencias al crecimiento global, alentando a los proveedores de materias primas en esta perspectiva se podría configurar un escenario más dinámico, aunque con mayores desequilibrios. Esto pondrá nuevamente sobre el debate la conformación de bloques de crecimiento y con ello, México tendrá que reforzar su política de nearshoring con Estados Unidos, reduciendo sus márgenes de acción. La opción sería establecer una política de diversificación de las relaciones exteriores, que se observa difícil de emprender en estos momentos de turbulencias.