El sufrimiento, en todos sus ámbitos, es un gran problema y misterio para el ser humano. En la antigüedad, grandes filósofos trataron de explicar el sufrimiento desde el punto de vista de Dios, en la llamada Teodicea, la justificación de Dios. Actualmente esta problemática se estudia desde otro enfoque, la antropodicea, ¿puede justificarse el ser humano ante el sufrimiento?
El problema del mal lo podríamos considerar desde tres dimensiones que se relacionan entre sí: a) El mal metafísico, la contingencia, el ser deficitario del ser humano, que depende de la creación. Dios no puede crear otro dios porque sería un ser contingente y deficitario. b) El mal físico, las enfermedades, carencias de salud y envejecimiento que son parte de la creaturidad y de la contingencia del ser humano. c) El mal moral que se debe al daño y las heridas que provocamos a los demás debido a que nuestra libertad no siempre se guía conforme a los valores éticos.
El enfoque del sufrimiento como antropodicea se encuentra en la Biblia, pero, sobre todo, en el libro de Job: en éste el enemigo del hombre dialoga con Dios y le dice que su siervo Job lo alaba mientras vive en prosperidad, pero lo va a injuriar, cuando sin ninguna culpa, padezca grandes deficiencias en sus bienes y sufrimiento en su salud. En efecto, en el drama del libro de Job, éste quiere enfrentarse a Dios, dialogar con él. Dios le presenta a Job las maravillas de la creación y ante esto, Job reflexiona sobre los valores del ser humano. La conclusión de Job es que antes de sufrir creía conocer a Dios, después, valorando el sentido del sufrimiento proclama que ahora sí lo conoce.
Ante el drama del sufrimiento, han surgido muchas reflexiones, algunas no tan certeras como los tres amigos de Job que pretenden consolarlo. Desde el punto de vista religioso han surgido reflexiones muy valiosas que tratan de explicar el sentido paradójico de la felicidad, las llamadas bienaventuranzas. Ahora bien, otras reflexiones han brotado desde la filosofía, la sociología y la psicología. Ante esta última, una de las más valiosas aportaciones se debe al gran psicólogo austriaco, el Dr. Victor Frankl, quien padeció el holocausto en los campos de concentración en Auschwitz y Dachau. Sobre este tema Frankl publicó un extraordinario libro que ha dado la vuelta al mundo, El hombre doliente. A partir de estas reflexiones surgió el método de la Logoterapia y el Análisis existencial.
La raíz de la Logoterapia se funda en la concepción del ser humano que surgen de su esencia, para Frankl los “propios” del ser humano son tres: a) el homo faber, la importancia del trabajo y de la construcción de nuestro mundo, b) el homo amans, el sentido de la comunicación cordial que desemboca en la amistad y en la fraternidad y por último, y no de menor importancia, c) el homo patiens, el hombre sufrimiento que es considerado uno de los más importantes valores del ser humano.
Sin despreciar las valiosas aportaciones de Freud sobre el sentido de la sexualidad y de Adler sobre el sentido de la inferioridad, surgió la tercera corriente de la psicoterapia vienesa: la búsqueda del sentido. En contraste con este ineludible anhelo del ser humano, Frankl descubre en nuestro mundo el sufrimiento del sinsentido, de la frustración existencial, del absurdo de la vida. En contraposición, a estos enfoques brilla la paradójica concepción del hombre en búsqueda del sentido y de modo especial, del sentido del sufrimiento.
Sobre estos temas, en esta semana se lleva a cabo (propiciada por la Casa Viktor Frankl, en el auditorio de Tlatelolco), un Encuentro Internacional sobre el pensamiento del fundador de la Logoterapia. Este encuentro será muy útil no solo para psicólogos sino para el público en general, a fin de tratar de entender los aspectos positivos de las catástrofes, la violencia cósmica y la violencia del ser humano.