En Acapulco se resaltó el buen desempeño de los bancos y empresarios durante los últimos seis años, incluso en el contexto de la pandemia les ha ido bien. Los candidatos a la presidencia sostuvieron que, a pesar de las diferencias, lo crucial es concentrarse en los puntos de acuerdo que coadyuven al avance democrático del país.
En 2024, la economía parece comportarse mejor de lo que se esperaba, con los resultados dados a conocer ayer por el IGAE, la economía se aceleró en el segundo mes con un alza de 2.6 por ciento febrero, lo cual da un clima de estabilidad dinámica a la economía y por lo tanto, garantiza que el sistema financiero pudiera continuar ampliando sus operaciones en un clima de estabilidad macroeconómica. Esta situación se perfila estable dadas las declaraciones de que se podría mantener al actual secretario de Hacienda, lo que podría garantizar la continuidad de las políticas gubernamentales y con ello, una transición ordenada.
Suponiendo un esquema de estabilidad en la transición se requiere establecer una agenda para profundizar el desarrollo financiero del país. En estos términos, una primera tarea sería la de profundizar la inclusión financiera, aunque ha habido avances en los últimos años, todavía existe un gran segmento de la población mexicana que no tiene acceso a servicios financieros formales. El sistema financiero requiere enfrentar el reto de ampliar la inclusión financiera y llegar a estas poblaciones no bancarizadas. En este sentido se requiere de un programa público-privado que profundice la bancarización y reordenar el sistema financiero público para hacer funcionales nuevamente a las grandes instituciones de la Banca de Desarrollo en apoyo a una ampliación del sistema financiero en las regiones más rezagadas del país. Reorganizar a este sector es esencial, para todo ello es necesario una nueva política de financiamiento. Sin su sustento, la política industrial son solo buenas intenciones. Se requiere fortalecer a Nafin y Bancomext independientes uno de otro, con recursos suficientes para financiar programas de industrialización en las diversas regiones de México y financiar la nueva etapa de nearshoring en nuevas regiones del país como el sureste, en esta perspectiva se debería devolver a estas dos instituciones un papel protagónico, de forma que pueda emularse con la banca de desarrollo de otras latitudes, como es el caso del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES), que hoy ofrece financiamientos para el sector productivo de alrededor del 25 por ciento del PIB, en México la banca de desarrollo hoy otorga 4 por ciento del PIB. Es necesario reorganizar los apoyos a los micro empresarios y el apoyo a las familias, fusionando la Banca de Bienestar con la Financiera del Bienestar.
En la época del nearshoring se debe vincular mediante políticas explícitas, la banca comercial al apoyo de la industrialización y la relocalización de empresas, se debe buscar que contribuya a los objetivos del desarrollo industrial en todo el país, el nuevo gobierno debería solicitar al sector financiero presentar un programa de financiamiento para la industrialización dinámica de las regiones del sur del país, entre otras, financiando las empresas que se busquen instalar en el Corredor Transístmico, proyecto que el país requiere colocar como estratégico, se abrió una ventana de oportunidad para el país con la crisis del canal de Panamá, es momento de impulsar la transformación del istmo como una prioridad.
El sistema financiero requiere mantenerse en la punta del iceberg, en materia de tecnología y competencia, la aparición de tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, el blockchain y las fintech han cambiado las formas en que operan las instituciones financieras tradicionales. Estas tecnologías pueden ofrecer oportunidades para mejorar la eficiencia y la experiencia del cliente, pero requieren de instituciones financieras más sólidas de adaptación y competencia. Algunos bancos, los más grandes, están introduciendo estas tecnologías en su relación con los clientes, sin embargo, el resto del sistema financiero se ha visto rezagado. En este sentido, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores debería establecer estándares que deben ser cumplidos por todos los bancos en materia de tecnología y competencia. Se requiere hacer que todos los bancos promuevan un nuevo amanecer para todas las regiones rezagadas del país.
El sector público, en su tarea de regulador, requiere modernizarse también para asegurarse que la ciberseguridad se cumpla, ya que el aumento de las transacciones financieras en línea y el uso de tecnologías financieras emergentes, como las fintech, la ciberseguridad se convierte en un desafío crucial. Proteger la información sensible de los clientes y garantizar la integridad de las transacciones será fundamental para mantener la confianza en el sistema financiero.
Para un desarrollo acelerado del financiamiento se requiere actualizar el marco regulatorio del sector financiero, ya que los nuevos esquemas de financiamiento son más complejos y cambian con celeridad. De igual forma, los reguladores requieren mantenerse actualizados para evitar el surgimiento de transacciones ilegales apoyadas por las nuevas tecnologías.
Para la nueva administración del país se requiere pensar en dos dimensiones para mantener la estabilidad financiera, que es fundamental para el funcionamiento adecuado del sistema financiero. Los reguladores y las instituciones financieras deben vigilar de cerca los riesgos sistémicos, como el endeudamiento excesivo o la concentración de riesgos, para prevenir crisis financieras. Al mismo tiempo requieren vigilar que la sobrevaluación de la moneda no inhiba el desarrollo de las actividades que impulsan al sector exportador, como ya sucedió en el primer trimestre de 2024, se requiere pensar que el mantener la tasa de interés sin ajustes puede en ocasiones no dar las señales adecuadas al desarrollo del sector exportador del país. Es momento de reflexión para impulsar un crecimiento más dinámico de la economía.