Escribir a estas alturas del mes sobre el gobierno de la República resulta fácil si uno se dedica a listar los errores, la falta de visión de largo plazo, la serie de decisiones equivocadas, los remedios improvisados y un sinfín de acciones en perjuicio del desarrollo del país y por ende de las clases más desprotegidas.
Sin embargo, creo que deberíamos empeñar nuestro esfuerzo no en repasar lo que nos ha metido en este tobogán económico y social, sino en las elecciones y en los días posteriores a las mismas.
Me parece conveniente recordar lo que acabamos de ver en Estados Unidos. Un país históricamente arropado en solidas instituciones sociales, políticas y democráticas, que estaba gobernado por un megalómano, convencido ante toda evidencia disponible que había sido víctima de un fraude electoral inimaginable al observador con un mínimo de sentido común.
Pues fue este megalómano, quien con su tozudez metió al país más poderoso del mundo a un conflicto que llego a amenazar la estabilidad política y social del país. Fue tal su ceguera mental que logró convencer a un grupo de radicales violentos que tomaran por la fuerza lo que se considera en ese país como la sede histórica de la fortaleza democrática de nuestros vecinos del norte. Los resultados están a la vista. Un país que sufrió días de angustia y que gracias a la sensatez y patriotismo de políticos y ciudadanos en general, ha entrado en una época de esfuerzos por sanar sus heridas y que gracias a que llegó un presidente con el propósito único de restablecer la unidad entre los ciudadanos enarbolando todos los valores que los unen y dejando a un lado aquello que pudiera lastimar la unidad de esos ciudadanos, el país del norte empieza a recuperar su rumbo de progreso.
Nuestro presidente lleva dos años alentando la división. Ahora existimos chairos y fifís, ahora habitan este país conservadores, neoliberales, ahora hay pobres y ricos, que siempre han existido solo que ahora la pobreza de unos es culpa de la riqueza de otros. Ya no se reconoce y por el contrario se desalienta la movilidad económica. En los últimos cuarenta años pasamos de tener pobreza extrema a una creciente clase media baja, media y media alta y por supuesto clase alta para llegar al día de hoy con una creciente pobreza extrema y con la paulatina desaparición de las clases medias.
Este es el ‘piso parejo’ en el que jugaremos nuestro destino los mexicanos en las próximas elecciones.
No me queda duda alguna de que el presidente perderá la mayoría simple en la Cámara de Diputados, no me queda duda alguna que el partido del presidente solo obtendrá una minoría de las gubernaturas en juego, al menos así lo indican las encuestas más respetables y así lo indica la tendencia marcada en las ultimas semanas de la debacle del partido del presidente.
El presidente va a perder, la ciudadanía ganará. ¿Qué pasará?
Es fácil predecir la reacción violenta del presidente, lleva semanas atacando a sus contrincantes políticos y amedrentando a las pocas instituciones públicas libres que nos quedan y que por cierto han sostenido su independencia a pesar de estos ataques.
Ante esta reacción presidencial fácil de predecir, ¿qué deberemos hacer los millones de ciudadanos responsables que hay en nuestro país?
Permítanme sugerir algunas propuestas:
- DESCARTAR cualquier invitación al uso de la violencia. Esto es lo que necesita el régimen como pretexto para usar al Ejército y sostener que no hay las condiciones para una sana convivencia y así acabar con el orden institucional.
- SALIR a las calles como signo de respaldo a las decisiones que tomen las instituciones libres y autónomas que rigen el sistema electoral y a las que integran los poderes Judicial y Legislativo.
- RESPALDAR a los candidatos ganadores con muestras de apoyo popular, sean del partido que sean, siempre y cuando así lo hayan determinado las autoridades electorales.
- MANIFESTARSE públicamente contra cualquier pronunciamiento presidencial que atente contra la independencia de otros poderes y contra la reputación de los candidatos electos.
- APOYAR a todas las asociaciones ciudadanas, cívicas, profesionales, sociales o empresariales que se unan a los movimientos de protesta.
- NO ABANDONAR LAS CALLES envueltos en millones de banderas de México, demandar el reconocimiento público a los candidatos triunfadores.
Nunca olvidar que nosotros los ciudadanos somos los dueños de México.
#OpiniónCoparmex