El proceso de sucesión presidencial ha sido un reto para todos los presidentes del México moderno, ya sean priistas o de oposición. En especial desde 1993, quizá con excepción de Enrique Peña Nieto, todos los presidentes han tenido dificultades para seleccionar al candidato de su partido.
El presidente Salinas no pudo controlar la desobediencia de Manuel Camacho y, al asesinato de Colosio, se quedó sin mayor opción que Ernesto Zedillo. El presidente Zedillo trató de innovar e inyectar mayor vida al PRI con la primaria interna que seleccionó a Francisco Labastida pero fraccionó al priismo. Los presidentes Fox y Calderón fueron incapaces de imponer a sus candidatos favoritos, Santiago Creel y Ernesto Cordero, respectivamente.
Esta semana, el presidente López Obrador dejó en libertad a sus colaboradores para buscar la nominación de Morena hacia 2024, siempre y cuando no descuiden sus responsabilidades de gobierno. La decisión es inusitada y peligrosa. Para el canciller Marcelo Ebrard, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y el senador Ricardo Monreal, la lucha por la nominación es ya una distracción, pero el banderazo del presidente acelerará la dinámica de alineamiento de grupos y búsqueda de apoyos.
Es difícil explicar las acciones del presidente, pero aventuro cinco explicaciones e intenciones de su decisión:
1.- El 6 de junio: el resultado de las elecciones ha dolido al presidente y lo ha tomado como un mal presagio. Si desea que su proyecto de transformación continúe un sexenio más, debe permitir que los posibles aspirantes trabajen desde ahora en construir alianzas y apoyos.
2.- El impacto de la Línea 12: la tragedia del Metro afecta a Sheinbaum y Ebrard y su uso político por parte de la oposición es, según AMLO y Sheinbaum, responsable de la debacle electoral en la Ciudad de México. AMLO sabe que la mancha de la tragedia perseguirá a sus colaboradores y espera que el tiempo permita olvidarla para que su candidata(o) no tenga que cargar con esa losa.
3.- Legado democrático: con insistencia el presidente dice “no somos iguales” y “la democracia no se agota en las elecciones” sino que es un ejercicio diario. AMLO quiere añadir su sucesión, de manera libre y sin intervenir, como aportación a la democracia mexicana.
4.- Precandidato mata a funcionario: Ebrard y Sheinbaum hoy son vistos, formalmente, como precandidatos a la presidencia. Ya no serán tratados como canciller o jefa de Gobierno sino como presidentes en potencia. A dos personajes acorralados y desgastados por el accidente de la Línea 12, AMLO les ha ofrecido un bálsamo y una plataforma para replantear su relación con quienes, hasta la semana pasada, los habían vituperado y, quizá, hasta dado por muertos.
5.- Fuera máscaras: el presidente se alegra cuando sus declaraciones o acciones revelan la verdadera identidad de sus adversarios, cuando ya no queda lugar para la apariencia y la hipocresía. La sucesión adelantada tendrá el mismo efecto dentro de Morena y marcará las fronteras de los grupos que apoyen a cada candidato. Es momento de definiciones y de “llanto y rechinar de dientes”.
El presidente López Obrador es un hábil político pero tendrá un gran reto en manejar las pasiones e inquietudes relacionadas con un período de transición. Hoy muchos de sus colaboradores están pensando en cómo asegurar su futuro para 2024-30 y cuál de los políticos de Morena les asegura otro sexenio de trabajo. Llegó el momento de las lealtades compartidas y para muchos, entre el presidente actual y el presidente futuro, AMLO tiene las de perder.
Antonio Ocaranza Fernández es director de OCA Reputación.