Colaborador Invitado

Las implicaciones y los desafíos pendientes de la reanudación del TLC Corea-México

En principio, el Tratado será una nueva fuente de crecimiento para ambas economías, ya que brindará nuevas oportunidades a diversas industrias.

Suh Jeong-in, embajador de la República de Corea en México

El pasado 1 de marzo, el ministro de Comercio de Corea, señor Yeo Han-koo, y la Secretaria de Economía de México, señora Tatiana Clouthier, declararon oficialmente el reinicio de negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Corea y México. El relanzamiento es muy bienvenido, toda vez que se realiza 16 años después del inicio de negociaciones en 2006, –mismas que fueron suspendidas en 2008 sin haber rendido frutos. A la conclusión de la visita oficial de la ex presidenta Park Geun-hye en 2015, ambos países intentaron resumir sus negociaciones. Sin embargo, esto fue imposible dado que, en el ámbito comercial, Corea y México se vieron superados por otras prioridades.

El reinicio de negociaciones se da en un momento muy oportuno, sobre todo en el contexto de los cambios en el actual ambiente comercial, la competencia estratégica entre Estados Unidos y China, la interrupción a las cadenas globales de suministro por Covid-19, la regionalización, y el denominado reshoring o nearshoring. En este sentido, Corea y México han reconocido la necesidad de estabilizar las cadenas de suministro y de diversificar sus economías.

Pensemos en las implicaciones de un TLC Corea-México.

En principio, el Tratado será una nueva fuente de crecimiento para ambas economías, ya que brindará nuevas oportunidades a diversas industrias. Durante el Foro Económico Corea-México llevado a cabo el pasado mes de diciembre, varias expertas y expertos señalaron que, con el TLC, se espera un aumento en las exportaciones de productos agrícolas mexicanos a Corea. El Gobierno de México profundizó en su estrategia de activación comercial como motor de crecimiento nacional, dando a conocer su Plan de Reactivación Económica para 2022 –el cual incluye la conclusión de TLCs con Corea, Brasil, Ecuador e Inglaterra, entre otros.

En segundo lugar, el TLC nos permitirá renovar nuestra cooperación económica. Corea es el segundo inversionista asiático en México. KIA Motors realizó una inversión en 2015 para la construcción de una planta que actualmente produce 400 mil vehículos al año. Las principales empresas siderúrgicas y electrónicas de Corea, incluyendo Samsung, LG, WINIA y POSCO, cuentan con plataformas de producción en México. Sin embargo, ha habido una reducción en el volumen de inversión coreana en México desde que ésta alcanzó su punto máximo en 2015. No obstante, empresas coreanas líderes consideran realizar inversiones estratégicas para garantizar una base económica estable en la región de América del Norte. El TLC Corea-México también contribuirá a revitalizar la inversión coreana, dotándonos así de un marco institucional estable.

En tercer lugar, el TLC Corea-México llegaría en un momento muy oportuno para la planeación de cooperación a futuro, sobre todo dada la aceleración que se dio a la Cuarta Revolución Industrial con la llegada de la pandemia. Hay diversas áreas en las que ambos países pueden cooperar, incluyendo vehículos eléctricos, red 5G, y semiconductores, entre otros. Recientemente, se realizó una inversión coreana en México para la producción de partes esenciales para vehículos eléctricos. Considero que el TLC significará la apertura de nuevas dimensiones de cooperación económica, más allá de las dimensiones tradicionales.

Ahora, veamos cuáles serían los objetivos que Corea y México pueden emprender para concluir con éxito la negociación de un TLC.

El objetivo más importante sería cómo hacer frente a las preocupaciones de sectores sensibles: en el caso de México, el de las industrias siderúrgicas, química y/o textil, y en el caso de Corea, en el sector agrícola. Se debe emprender un profundo análisis sobre el impacto que el TLC representa, y considerar medidas que podrían tomarse para contrarrestar los efectos adversos que podrían derivar de una etapa temprana de implementación. Considero que ambos países ya cuentan con suficiente experiencia para hacer frente a estos retos.

El desequilibrio comercial entre Corea y México podría ser otra preocupación en México. Sin embargo, me gustaría destacar el hecho que, desde 2018, el déficit comercial de México con Corea se ha reducido considerablemente. Vamos en dirección correcta.

Por último, reconozco que existen crecientes presiones para que la negociación concluya con éxito, sobre todo en vista de que es nuestro tercer intento por lograr un acuerdo. Por fortuna, hay amplio consenso entre Corea y México de que, con un TLC, se potencializarían los beneficios mutuos. Asimismo, nos enfrentamos a una situación económica y de comercio global muy distinta a las de tiempos pasados.

Estoy convencido de que la firma del TLC en 2022, año del sexagésimo aniversario de relaciones diplomáticas entre Corea y México, será la piedra angular de la cooperación económica para los próximos sesenta años. Me agrada mucho una metáfora realizada por un empresario mexicano: “El TLC es la autopista”. Haré todo lo posible para allanar la autopista económica entre nuestros países.

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