Frente al fracaso de su ofensiva militar que pretendía ocupar todo el territorio ucraniano en pocos días, Rusia ha abierto otro frente, usando lo que Dmitry Medvédev, expresidente de Rusia, ha calificado de “arma silenciosa”: las exportaciones de alimentos. Desde el inicio de la guerra, Rusia ha tomado sistemáticamente como blanco las infraestructuras que sustentan la economía agrícola de Ucrania: campos, haciendas, silos, bodegas, mercados, carreteras, puentes, puertos. Los bombardeos de la segunda terminal de almacenamiento de cereales más grande de Ucrania y de las infraestructuras del puerto de Mykolaiv son sólo algunos ejemplos. La agresión rusa estorba considerablemente la cosecha 2022 y la preparación de la campaña agrícola 2023 en Ucrania. Rusia, además, roba la producción ucraniana en zonas ocupadas y bloquea en los puertos ucranianos del mar Negro cientos de buques llenos de cereales: 20 millones de toneladas de cereales están retenidas en los silos de Ucrania por la guerra de Putin.
El objetivo de Rusia no sólo es debilitar considerablemente a uno de los principales pilares de la economía ucraniana. Se trata también de hacer presión sobre la comunidad internacional, en particular los países más vulnerables, en un momento en que el cambio climático y la pandemia ya habían causado la disrupción de las cadenas de valor y el aumento de los precios. Aproximadamente 70 países con una población total de mil 200 millones de personas ya estaban fragilizados: la guerra desatada por Rusia y el bloqueo de las exportaciones ucranianas están llevando a decenas de millones de seres humanos más hacia una situación de malnutrición y de hambruna y amenazan con desestabilizar a muchos países. Cuarenta millones de personas más están amenazadas por la inseguridad alimentaria aguda este año, sumando un total de casi 200 millones de seres humanos.
La Unión Europea (UE) está actuando de manera determinada para mitigar la inseguridad alimentaria en estos países: mil millones de euros para el Sahel, 663 para el Cuerno de África, 225 para nuestros socios al sur de la UE… Pero el compromiso de la UE con la seguridad alimentaria mundial va más allá. Fomentamos la producción y el comercio de alimentos, así como proyectos en favor de la resiliencia en más de 70 países. De igual manera, apoyamos las principales iniciativas de las instituciones multilaterales, en particular las agencias de las Naciones Unidas. Por otro lado, hacemos lo máximo para ayudar a los campesinos ucranianos a mantener su producción y encontrar rutas alternativas de exportación y de almacenamiento, particularmente a través de países de la UE por vía terrestre, con el fin de liberar los silos para la próxima cosecha.
Además de este chantaje cínico hacia los países más vulnerables, Rusia ha lanzado una campaña de desinformación para hacer creer que las sanciones que más de 40 países, incluyendo la UE, han tomado para asfixiar su esfuerzo bélico, son responsables de la crisis alimentaria. Nuestras sanciones no golpean el sector agrícola ruso, ni el comercio, transporte o pago de sus bienes agrícolas (a menos que individuos objetos de sanciones individuales estén involucrados en ello). Al mismo tiempo, estamos atentos a las inquietudes de nuestros socios y a cualquier efecto indirecto de las sanciones.
Frente a esta crisis, es necesario que la comunidad internacional se mantenga unida para desmontar y denunciar la propaganda rusa y apoyar a los más vulnerables, a nivel nacional e internacional, bilateral y multilateral. A mediano plazo, sólo las presiones sobre Rusia y el apoyo a Ucrania en su legítima defensa y en su papel de importante proveedor internacional de alimentos lograrán forzar a Rusia a renunciar a su agresión brutal contra Ucrania y a su chantaje del hambre contra el mundo. El apoyo de países como México a estos esfuerzos es fundamental.