El anuncio de Uruguay sobre el inicio de las negociaciones con China para buscar un acuerdo bilateral que logre consolidarse en un Tratado de Libre Comercio (TLC), entre ambas naciones, fue recibido con cautela e inquietud, por algunos integrantes del Mercosur.
Como era de esperarse, muchos países de este bloque piensan que el inicio de estos encuentros es un intento de Uruguay y China para blandir la regla del consenso para tratados con países ajenos a la zona, acordada entre los integrantes de este organismo.
En este sentido, el ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Euclides Acevedo, dijo a la agencia France Presse, que Asunción, “observa con inquietud esta decisión”, y aseguró que el tema será tratado en la reunión del Consejo del Mercado Común -el máximo órgano del bloque- el 22 y 23 de setiembre de 2022. “Paraguay sigue sosteniendo su posición de ser fiel a lo establecido en el tratado fundacional y en el protocolo de Ouro Preto”.
Una postura que parece estar a la expectativa de lo que pudiera suceder, si es que Uruguay consolida relaciones comerciales con el gigante oriental, lo que representaría una amenaza económica en términos de competitividad para la dinámica de la zona sur latinoamericana pues todas las economías de la región son asimétricas en comparación a China.
Brasil se sumaría a estos dichos y procuraría establecer una postura discreta ante dicho fenómeno, afirmando que esperarían a que el curso de dichos eventos mostrará sus verdaderos objetivos.
Lo que llama la atención es que Argentina el año pasado, expresaba a través del ministro de Desarrollo Productivo, en ese entonces, Matías Kulfas, sobre el anuncio de Montevideo, iniciar estudios sobre la viabilidad de un virtual TLC entre China y
Uruguay, que en el Mercosur “se negociaría en bloque, no un país individualmente”. Kulfas modero, señalando que, por parte del Gobierno de Alberto Fernández, todavía “no existía una posición en particular”, sobre el anuncio, y que “Uruguay era un país soberano, por lo que, podía tomar la decisión que le pareciera más conveniente”, eso sí, consideró que la decisión de los uruguayos podía dejarlos fuera del bloque.
En este mismo sentido, habría que recordar que el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, ya había chocado duramente en más de una ocasión con su par de Argentina por ese mismo tema. Por ejemplo, el 26 de marzo del año en curso, en un encuentro virtual al cumplirse 30 años de la fundación del bloque económico MERCOSUR, Lacalle Pou, había dicho que la alianza económica regional, “no podía ser un lastre”, que impidiera el avance comercial de su país, a lo que Fernández contestó que, si Argentina era considerado un lastre, “que tomarán otro barco”.
Como se sabe, China es desde hace años el principal destino de las exportaciones uruguayas. De acuerdo con el instituto público-privado Uruguay XXI, a comienzos de los años 2000, las ventas hacia el gigante asiático representaban el 5% de las exportaciones; mientras que, en 2020, alcanzaron los 2.157 millones de dólares, lo que representa casi el 30% de las exportaciones totales del país charrúa. Los tres principales productos uruguayos comprados por el país asiático son: carne bovina, soja y celulosa.
Pese a todo lo anteriormente narrado, lo significativo es que mientras Uruguay ha determinado tener acercamientos comerciales con China producto de estudios previos a la viabilidad comercial de lo que significaría establecer un TLC entre ambas naciones; Argentina decidió adelantarse y establecer un memorándum de adhesión a la nueva ruta de la seda que ha establecido China a lo largo y ancho de todo el mundo.
El documento fue firmado por el canciller argentino Santiago Cafiero y He Lifeng, presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de la República Popular China. Como consecuencia de ello, se podría inferir que el Mercosur tomaría una ruta de diversificación de sus destinos comerciales orientada hacia el oriente producto de la virtual adhesión, de dos, de sus principales miembros, (Argentina y Uruguay), abriéndole la puerta regional, al rival más fuerte en términos comerciales de Estados Unidos.
Este podría ser un impulso significativo a favor en las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos.