Mauricio Cárdenas, representante de Yara México
El cultivo del agave mantiene una gran relevancia para el país tanto a nivel cultural, económico y ambiental. Su labranza es un distintivo de México en el mundo, la cual constituye una importante fuente de ingresos para los maestros productores, tequileros y comercializadores, además de que permite extraer y almacenar el equivalente de 30 a 60 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por hectárea.
Contrario a otros sectores, durante la pandemia el consumo de agave se fortaleció, con un incremento del 43.5 por ciento en el periodo enero-noviembre 2021 vs enero-noviembre 2020, llegando a un millón 866 mil toneladas de agave consumido. Tendencia que, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), se mantendrá durante los próximos años, con una aproximación estimada de un millón 964.42 mil toneladas de agave para 2024, mientras que en 2030 se proyectan 2 millones 120.27 mil toneladas.
Ante este panorama y con la intención de cumplir la creciente demanda, es necesario desarrollar tecnologías que permitan afrontar los retos del mercado, como la sobreproducción, la cual promueve la falta de cuidado de los suelos, las plagas y su tiempo de maduración. A esto se suman los efectos provocados por el cambio climático, porque si bien las más de 150 especies de agave que se cultivan en México pueden desarrollarse en zonas desérticas, con tierras de cultivo degradadas y en compañía de árboles o arbustos fijadores de nitrógeno, factores como las lluvias más intensas o las sequías producen efectos en las piñas y su maduración.
Mantener las condiciones necesarias para seguir cultivando el oro azul mexicano se vuelve un imperativo, ya que tan solo la producción de tequila y mezcal, bebidas cuya materia prima es el agave y de las cuales México posee la denominación de origen, generan en conjunto más de un millón 160 mil empleos directos e indirectos. Adicionalmente, las consecuencias en el ambiente por su afectación serían desastrosas, ya que el agave permite la producción de biomasa en el suelo, la cual captura CO2 y lo convierte en un cultivo esencial para el combate al cambio climático.
Uno de los elementos clave para poder cuidar los cultivos de agave se encuentra en su correcta nutrición para el adecuado funcionamiento de su metabolismo y desarrollo, así como hacerlas menos susceptibles ante una enfermedad al contar con las barreras físicas y químicas necesarias. Aspecto en donde los nutrientes para el suelo son fundamentales, ya que promueven los elementos necesarios que permiten reducir su tiempo de maduración de 8 a 5 años, lo cual incide en el cumplimiento de la demanda.
En el uso de nutrientes para el agave se recomienda uno que le aporte de cuatro a cinco veces más calcio soluble que nitrógeno para su rápida absorción, mejorando su estructura celular y cumpliendo un aspecto elemental, el cuidado del suelo. El descuido de la tierra, de acuerdo con cifras de la FAO, ya afecta la salud de 2 mil millones de personas en el mundo por la deficiencia de nutrientes en los alimentos que consumen.
En este sentido, es también necesaria la correcta capacitación de los maestros agaveros, quienes con su expertise y sumando la innovación que se les brinda a través de herramientas tecnológicas y soluciones nutricionales cada vez más certeras, se convierten en los guardianes de preservar los cultivos que forman parte de la identidad nacional, ya que México además de posicionarse como el productor número uno en el cultivo, tiene paisajes agaveros que, junto con las antiguas instalaciones de Tequila en Jalisco, son consideradas patrimonio cultural de la humanidad desde 2006 por la UNESCO.
En el marco del Día Internacional del Tequila, consideramos vital reconocer el papel del agave no solo para seguir poniendo en alto el nombre de México a nivel mundial, a través de sus bebidas espirituosas emblemáticas, sino también al ser un cultivo que incide positivamente en el ambiente y en el cuidado de los ecosistemas, promoviendo cadenas sostenibles para la sociedad.
Su preservación es una tarea de todos y todas los que formamos parte del sector, desde los productores, los comercializadores y hasta los consumidores, quienes deben de asegurarse no solo del sello de calidad de sus bebidas espirituosas preferidas, sino, además, de que éstas cumplan con los estándares de cadenas sostenibles necesarios para seguir posicionando al agave como pieza clave en el combate al cambio climático.