Por Sergio Chagoya, experto en inversiones y asesoramiento de empresas en materia corporativa y regulatoria.
A poco más de tres meses de haberse presentado el Paquete contra la Inflación y la Carestía (PACIC) por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, las medidas parecen insuficientes para México, ahora enfrascado en consultas con Estados Unidos y Canadá sobre el incumplimiento del T-MEC, en sus cada vez más puntiagudos acuerdos sobre el sector energético que no se quieren cumplir.
Ambos problemas, aunque parecen estar separados, en realidad quedan ligados. Por un lado, las medidas del PACIC se han implementado poco a poco, con decretos según los sectores involucrados y por distintos acuerdos de las dependencias federales. Aunque en términos generales fueron acciones positivas, el plan parece insuficiente para contrarrestar un fenómeno inflacionario global. Por otra parte, ciertas decisiones adoptadas por el gobierno federal mexicano como el incumplimiento de los tratados internacionales y su consiguiente incertidumbre a la situación econónimca. Esto, porque si se genera nerviosismo entre los inversionistas, se afecta el grado de inversión y no contribuye a que la inflación se pueda controlar, debido a que los distintos mercados reaccionan siempre a la estabilidad que da un gobierno y el cumplimiento del marco jurídico y respeto al Estado de Derecho.
La inflación, como sabemos, no se controla por decreto ni por leyes del Congreso, es una situación económica que se maneja de forma multifactorial y por ello, todas las acciones que toma la administración federal acaban impactando en el ejercicio de las medidas como el PACIC. Por otro lado, queda fuera de manos del gobierno federal la situación económica internacional. Hoy estamos entrando en un ciclo recesivo a nivel mundial por la guerra de Rusia en Ucrania que ha afectado a muchos mercados, sobre todo en Europa en materia de energía, productos alimenticios y agrícolas que han sufrido varias subidas de sus precios. Todo ha incidido en la situación que vivimos, incluidos los castigos de la comunidad internacional a Rusia, como limitar la exportación de su gas natural, lo que influye mucho en Europa y ha contribuido a la escalada inflacionaria.
México, a través del Banco de México, tampoco es ajeno a otras subidas mundiales en las tasas de interés, que han sido necesarias y acaban impactando en la inflación.
Cierto, otras medidas conservadoras de la Secretaría de Hacienda para no acrecentar el endeudamiento público ayudan a sostener las calificaciones del país, si bien a Pemex no le ha ido tan bien en las evaluaciones, lo que es negativo, al tratarse de una empresa de alto impacto económico en el presupuesto de egresos del gobierno federal. Ayuda, sin embargo, que las emisiones de deuda sean controladas y las tasas estén dentro de rangos adecuados a la situación económica actual.
Pero aun con todo lo señalado, la situación es tan compleja, que sólo con una bola de cristal podríamos adivinar cuándo se podrá controlar la inflación. Será difícil mientras no se resuelva el conflicto Rusia-Ucrania y la más reciente tensión internacional suscitada entre los Estados Unidos con China,respecto de Taiwán podría ser aún más grave para la estabilidad económica y la paz en el mundo, si no se resuelve. De hecho, ninguna guerra es deseable y menos entre las dos principales potencias mundiales. El problema es que el nivel de amenaza es creciente y esto tambalea al comercio internacional de mercancías, lo que es otro motivante para el aumento de precios.
Por su lado, si México logra salir avante en las consultas del T-MEC y el gobierno federal cambia la percepción, sobre su respeto al Estado de Derecho, el panorama será algo más positivo. Desafortunadamente, el tiempo es incierto, pero tratando de hacer un pronóstico, no se ve que la inflación mejore en lo que resta del año, por más que paradójicamente los conflictos ayuden a fortalecer al peso ante la presión que sufren otras monedas como el euro y el dólar norteamericano.