El precio de la vida cada día es más caro, millones de familias se quejan a diario que no les alcanza el dinero que obtienen para satisfacer las necesidades básicas de sus hogares. Esta sensación de insatisfacción y frustración es un fenómeno que se replica en muchos países del mundo. Después de que la pandemia empezó a ceder en sus efectos nocivos hacia las cadenas productivas de los países en el mundo, se vino una tremenda parálisis comercial, aún más preocupante y notoria, la ocasionada por los conflictos entre Ucrania y Rusia, y ahora, la reciente tensión entre China y Estados Unidos por la tenencia de Taiwán, son factores que explican el encarecimiento de la vida en estos días.
La economía mundial está experimentando una inflación sin precedentes en lo que va del siglo. Según las previsiones de abril de 2022 del Fondo Monetario Internacional (FMI), la tasa de este indicador podría oscilar en un promedio cercano al 7.4% a nivel global este año. Mientras que las economías emergentes y en desarrollo, serán las más golpeadas por este aumento generalizado de precios, ya que, se espera que registren márgenes cercanos al 8.7% de inflación. Mientras que, en las economías más avanzadas, este porcentaje se situaría en un 5.7%, una cifra mucho más alta que la registrada en los tres años anteriores a la pandemia, cuando no superaba el 2%.
Por estos motivos, se espera que este fenómeno continúe siendo un problema en los años venideros.
Todos los factores anteriores, han acelerado de manera meteórica la consolidación del incremento desmedido y generalizado de los precios de los productos y los servicios en el mundo entero. Como era de esperarse, las economías en todo el globo terráqueo, al pasar el tiempo, muestran su resiliencia o dependencia económica, a medida que las semanas transcurren. El problema es que, para muchos países, la sobre exposición de este fenómeno económico puede significar la tumba de sus esperanzas en el saneamiento de sus finanzas públicas al verse obligados a solicitar préstamos para su manutención.
De acuerdo con las prospecciones realizadas por organismos especializados en materia económica, ningún país del mundo tendrá más inflación que Venezuela este año, donde podría alcanzar un 500%. Sudán sería la segunda economía más afectada, con una tasa de más de 245%, seguida por Zimbabue (86.7%), Turquía (60.5%), Yemen (59.7%) y Argentina (51.7%). A Rusia, embarcarse en una guerra con su país vecino podría costarle un 21.3% de inflación durante el 2022, una de las más altas del mundo. En Estados Unidos, los precios podrían aumentar un promedio de 8.7% este año, casi el doble de lo registrado en 2021 y seis veces más que en 2020. A su vez, Japón y China ostentarían dos de las menores tasas de inflación en 2022, con tan sólo 1% y 2.1%, respectivamente.
Todas estas tendencias avizoran que el fenómeno del alza generalizada en los productos y servicios en el mundo aún tiene un largo camino por recorrer y solo a partir, de un acuerdo mundial, la situación podría cambiar de manera sostenible y acelerada. El problema es que muchos de los países involucrados en los bloqueos comerciales o la parálisis de producción de granos en el mundo, no presentan signos de querer negociar y mucho menos ceder de alguna manera en su posición central para que el entuerto se destrabe.
En este sentido, los gobiernos como el mexicano deben estar monitoreando y previendo las modificaciones en el mapa económico mundial para tratar de ajustar su estrategia de control de precios y liberalización de costos, con base en el comportamiento de los mercados internacionales. Hasta ahora, aunque han sido muy cuestionadas algunas medidas como la disminución del IEPS, (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios), entorno al costo de los combustibles, en términos generales, el tiempo ha demostrado que ha sido una medida crucial para detener de manera parcial la escalada de precios en las cadenas de producción de muchos productos en el país. La segunda etapa de un programa integral de recuperación económica deberá pasar por el incremento en la infraestructura aeroportuaria y estratégica, si esto no acompaña las medidas de contención de precios de la canasta básica, la situación en el país no alcanzará mejores horizontes.