El informe de Riqueza Global 2022, presentado en su décima tercera edición, por la prestigiosa firma de servicios financieros suiza, Credit Suisse, ha dejado múltiples hallazgos para el comentario y el análisis de sus resultados. El documento aludido, ofrece una de las investigaciones más completas de riqueza en los hogares a nivel global que pueda estar disponible en la actualidad. Respaldada por conocimientos únicos de destacados académicos en el campo de la economía como son: Anthony Shorrocks y James Davies, esta aportación intelectual es muy valiosa, sobre en momentos como estos.
El estudio nos dice que, entre las tres principales economías de América Latina, México cuenta con el mayor número de ultra ricos, (258 mil personas en el país tienen fortunas individuales por arriba del millón de dólares), lo que exhibe un incremento anual de 6.2 por ciento, en el número de mexicanos que forman parte de la población mundial con mayor riqueza, pese a que la actividad económica local no ha recuperado sus niveles pre-pandemia, reporta la firma de análisis financiero. La institución también informó una disminución, a lo largo de las últimas dos décadas de 30.2 a 42.6, en el porcentaje de la riqueza nacional en poder de los mexicanos más acaudalados. Es decir, esta cifra indica que, si se ha presentado una movilidad en el péndulo de la concentración de la riqueza en poder de las familias más adineradas del país. De igual manera. existe una dispersión en la riqueza nacional muy interesante.
La firma sueca refiere que por encima de Brasil –que cuenta con 216 mil adultos entre el uno por ciento de la población mundial con más riqueza y encabeza los índices de desigualdad de la región– y Chile –que tiene a 54 mil en ese grupo–, México es la economía con un mayor número de multimillonarios en América Latina y la segunda con peor distribución. Sin embargo, estas cifras ya presentan un gran avance en materia de la dispersión de la riqueza y la generación de la misma comparada a la que se registraba a principios de siglo.
A su vez, Credit Suisse, detalla que, a finales de 2021, la riqueza por adulto fue de 21 mil 429 dólares en Brasil, de 48 mil 138 en México y de 54 mil 639 en Chile. Estos datos reflejan un incremento promedio anual en este país, de 5.8, 5.7 y 4.4 por ciento, respectivamente, en lo que va del siglo, pero no necesariamente su reparto. Un área de oportunidad que, sin duda alguna, convendría volver a monitorear al finalizar la presente administración, o a mediados de la siguiente, para poder tener mayores elementos con relación a la distribución y efectividad del ingreso individual en la sociedad nacional.
El verdadero problema a resolver
Para los siguientes años está claro que uno de los retos de cualquier administración que tome el poder en México, deberá ser reducir de manera sustancial la concentración de la riqueza en pocas manos, es decir, disminuir drásticamente los niveles de desigualdad económica y social entre los mexicanos. Pero también, debe ser inaplazable, poder distribuir la riqueza, de mejor forma entre las personas que menos acceso a oportunidades tienen en el país. La mejor manera de llevar a cabo este propósito, es a partir de la creación de infraestructura urbana y estratégica que facilite la creación de oportunidades de empleo y negocio, en zonas donde actualmente solo hay rezago y marginación. Este fenómeno ha sido claramente detectado por el estudio en comento, pues nos comparte que en México solamente uno por ciento de los adultos con mayores recursos, en este país, concentra 30.2 por ciento de la riqueza total de la nación. Si bien, en lo que va del siglo XXI, se ha reducido el acaparamiento del patrimonio por parte de esa élite, dado que en 2000 acumulaba 42.6 por ciento, también es cierto que, ha habido una mayor distribución entre los sectores con recursos medios, mientras la gente que se encontraba al fondo del reparto, ahora es más pobre, con relación al resto de la población.
Si se analizan dichos resultados a nivel regional, al igual que en Chile, en México la desigualdad ha aumentado entre la mitad de la población con menores recursos. En promedio, para los dos países, la cuota de riqueza de los adultos entre el 40 por ciento más pobre cayó de 1.8 por ciento a -0.2 por ciento en lo que va del siglo, mientras el reparto para quienes se encuentran entre el decil V y IX subió de 27.2 por ciento a 33.3 por ciento.
Por lo tanto, el combate a la desigualdad económica en el país, debe focalizar sus esfuerzos en seguir disminuyendo la brecha económica entre ricos y pobres; pero sobre todo, facilitando las oportunidades de crecimiento económico en el territorio nacional, a partir del incremento en inversión extranjera y nacional regulada por el Estado, para establecer mecanismos de movilidad económica, que retornen en servicios de calidad las ganancias que el Estado obtiene hacia estos segmentos poblacionales más vulnerables.