Por Daniel Legaspi, Socio Propiedad Intelectual de Santamarina y Steta.
La propiedad intelectual, que para la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) son las creaciones de la mente: invenciones, obras literarias y artísticas, así como símbolos, nombres e imágenes utilizados en el comercio, es uno de los activos más importantes para cualquier empresa y por lo tanto, debería estar en el radar de todos sus miembros para facilitar su proceso de empoderamiento y progreso en un cada vez más competitivo mercado internacional.
Esta prioridad, sin embargo, no se refleja de manera correcta al interior de la mayoría de las empresas en México, lo que genera el efecto contrario: retroceso, conflictos legales e inversión de tiempo y recursos financieros y humanos en situaciones que son prevenibles si se cuenta con el apoyo de un asesor externo experto en este tipo de políticas, lo que puede representar una ventaja y derivar en un incremento en el valor de los activos intangibles, uno de los propósitos más anhelados en el mundo de los negocios y el comercio.
La mayoría de las veces, la responsabilidad de velar por la propiedad intelectual recae casi exclusivamente en el área legal, debido a su naturaleza. Lo anterior es un error estratégico porque la parte jurídica debe estar arropada por otros departamentos igual de importantes para efectos de corresponsabilidad y empuje colectivo en la defensa de la creatividad.
Cuando en la práctica, la empresa reconoce que la propiedad intelectual es importante y se puede explotar económicamente, y que no solo es un trámite burocrático, aburrido y engorroso, entonces se da el paso al siguiente nivel: pensar en el crecimiento general con las menores pérdidas posibles.
Un producto, cualquiera, requiere de un soporte total de la empresa, no solamente de los abogados. Así, el área financiera deberá conocer lo que es un activo intangible para que pueda entender el valor económico, mientras que mercadotecnia o publicidad serán los encargados de desarrollar estrategias de difusión, diseño de empaques e identidad de productos -entre otras tareas-, que permitan al consumidor una mejor experiencia de compra. Inclusive el área de ventas juega un papel clave, debido a que teniendo conocimiento de lo que pasa en el piso donde se comercializa el producto, alerte al área jurídica de posibles violaciones a los derechos de propiedad intelectual de la empresa.
Todos estos papeles internos no serían posibles de entender si el área de capital o recursos humanos no capacita correctamente a los empleados sobre temas de propiedad intelectual.
Cuando se acomodan correctamente estas funciones, el ejercicio de la protección y explotación de la propiedad intelectual se hace más eficiente. De lo contrario, este ejercicio se vuelve reactivo y permite o abre la puerta a que el valor disminuya debido a que hay competidores que aprovechan los vacíos legales no cubiertos por el autor original de un producto que puede resultar exitoso ante los ojos de las y los compradores.
Por ejemplo, el área jurídica que se hace responsable de la administración de toda la propiedad intelectual, recibe una consulta del área de compras para saber qué se puede hacer con un producto de la competencia que resulta ser muy similar al de ellos. De inmediato, aquella consulta con el área de desarrollo de producto y detecta que no se firmaron los debidos documentos, o bien, no se cuentan con las suficientes pruebas que acrediten un mejor derecho. Al final del día, la empresa habrá perdido la posibilidad de pelear o defender su propiedad intelectual y el competidor habrá ganado terreno en el piso de venta generando un producto que competirá con el de la primera empresa.
Es por esto que es necesario que todos en la empresa estén involucrados, pero sobre todo que conozcan de propiedad intelectual porque de esa manera podrán encontrar salidas a los posibles conflictos y proteger con la ley de su lado, sea nacional e inclusive extranjera, un activo que genere recursos para su desarrollo. Esto a su vez genera competitividad, estabilidad laboral, generación de ingresos y un sinfín de oportunidades de crecimiento.
Socio Propiedad Intelectual de Santamarina y Steta