Quien ha visto la esperanza, no la olvida.
Octavio Paz
El día de hoy, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, presidió la inauguración del segundo ciclo de negociaciones de la mesa de diálogos de paz entre el Gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), evento histórico que brinda esperanza al proceso de paz de Colombia y anima a la región entera a retomar la agenda de mediación de conflictos.
México no es ajeno al proceso de pacificación de Colombia. Hay que recordar que en 1992, frente a la inviabilidad de Venezuela de asegurar las condiciones para el diálogo entre el gobierno de César Gavira y la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, integrada por las FARC, el ELN y el EPL, nuestro país surgió como alternativa para continuar con las negociaciones, en gran parte, por la reputación internacional que habíamos adquirido tras el rol desempeñado en los procesos de paz de Centroamérica y que en el caso particular de El Salvador culminó con la firma de los Acuerdos de Chapultepec.
De esta manera, la ciudad de Tlaxcala, concretamente el centro vacacional La Trinidad, se convirtió en sede de la negociación entre el 10 de marzo y el 1 de mayo. Aunque los resultados no fueron los mejores, esta primera aproximación de México al caso específico de Colombia dejó en claro nuestra disposición de contribuir a un acercamiento entre las partes, abriendo espacios de intercambio en un ambiente seguro y propicio para lograr la anhelada paz.
El recuerdo de aquel suceso marcó la pauta para que el día de hoy México vuelva a ser sede de los diálogos de paz, los cuales forman parte de la estrategia de “Paz Total” que ha desarrollado el presidente Gustavo Petro y que tiene como objetivo central acabar con la última guerrilla activa de Colombia.
La “Paz Total”, a diferencia de los esfuerzos realizados en el pasado, se trata de una política de Estado, que no se encuentra fragmentada y que tiene tres ejes centrales: 1) fin a las armas y la violencia, 2) implementación de reformas estructurales y 3) reconciliación nacional. Ello implica, como lo ha declarado el Gobierno colombiano, la participación de la sociedad civil a lo largo del proceso, pues es en los territorios donde se tienen que dar las discusiones; es decir, se trata de construir un nuevo pacto social tejido desde abajo que logre transformar las relaciones de poder, al reconocer que mientras prevalezca la desigualdad social, no habrá esperanzas para una verdadera paz.
Como es por todos sabido, en noviembre de 2022, se llevó a cabo en Venezuela un primer ciclo de negociaciones, ocasión en la que se acordó la agenda de diálogos, la institucionalización de la mesa, las acciones y dinámicas humanitarias y la estrategia de comunicaciones.
Tras las negociaciones en Venezuela, en el marco de la visita del presidente Gustavo Petro a México, se anunció que nuestro país aceptaba el compromiso de ser garante y sede del proceso. Por lo que al asumir ese papel; junto con Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela daremos un respaldo moral, jurídico y político a los acuerdos que se espera alcancen ambas partes. También, con pleno respeto a la soberanía colombiana, velaremos por el cumplimiento de los acuerdos establecidos en esta ocasión.
México, por tradición diplomática, siempre ha buscado poner lo mejor de sus capacidades para impulsar una América Latina y el Caribe más igualitaria, estable y sobre todo pacífica. Prueba de ello es que en diversos espacios, como lo fue el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, hemos emitido contundentes pronunciamientos sobre los conflictos que afligen a nuestra región –y al resto del mundo– manifestando que deben ser resueltos mediante el diálogo en respeto a las soberanías nacionales y a los derechos humanos. Esta premisa, así como nuestra convicción y experiencia en favor de la resolución pacífica de controversias, fueron algunos de los elementos claves para que México no dudara en aceptar la invitación de las dos partes para ser la sede y país garante de este importante suceso.
En las próximas semanas, representantes del Gobierno de Colombia y del ELN conversarán en torno a temas sustanciales que permitan avanzar hacia la reconciliación nacional de Colombia y la eventual pacificación de ese país. Anticipamos que serán jornadas con amplias y complejas agendas, no obstante, México, desde la Secretaría de Relaciones Exteriores, tiene la convicción, el optimismo y la certeza de que estos espacios son el camino para consolidar la paz.
Sabemos que Roma no se construyó en un día y que alcanzar la paz no es tarea fácil, pero, ciertamente, reactivar los diálogos envía una señal clara de las partes involucradas de querer avanzar hacia un pacto nacional que no solo sea político, sino social y económico. México confía en que este proceso construya puentes que deriven en beneficios para toda la población colombiana, porque la semilla de la paz en Colombia dará frutos en toda la región.
El autor es Subsecretario para América latina y el Caribe de la Secretaría de Relaciones Exteriores.