Óscar Mario Beteta
La raíz de las migraciones tiene componentes universales. Su origen son los deleznables gobernantes que, por corrupción en todas sus formas, se desentienden por completo del deber de satisfacer las necesidades básicas de sus gobernados.
La solución al problema de la migración, que impacta en muchos puntos del planeta y que, entre México y Estados Unidos alcanza grandes y preocupantes dimensiones, no está cerca.
Previsiblemente, continuarán el drama y las frecuentes tragedias que conlleva.
La ausencia de sentido humanitario de todas las partes que involucra, aparece como la sentencia condenatoria de millones de personas que huyen de sus países de origen en busca de una oportunidad de vida.
Por eso, es seguro que tragedias como la que ocurrió el martes en Ciudad Juárez, vinculadas a todo tipo de intereses de muchos actores, se seguirán reeditando.
Uno de los funestos antecedentes que esta tuvo, fue el del 9 de diciembre de 2021, cuando un camión que llevaba 200 personas a bordo en busca del sueño americano, volcó en Chiapas y perecieron 55 de ellas.
La masacre de 77 migrantes, ocurrida San Fernando, Tamaulipas, el 22 de agosto de 2010, fue uno más de los espeluznantes hechos de este tipo, que ocurren con más frecuencia que con la que se hacen públicos.
El fundador y director ejecutivo del Instituto para la Seguridad y la Democracia, Ernesto López Portillo, quien ha estudiado el tema minuciosamente, asegura que el incendio de Ciudad Juárez, que cobró la vida de casi 40 ciudadanos de distintos países centro y sudamericanos, no es un hecho aislado.
¿Cuántos más, en una proyección no mediática o del nada improbable ocultamiento, han sucedido y llegado al inhumano e inadmisible final extremo de pérdida de vidas?
La raíz de este fenómeno, tiene componentes universales. Su origen son los deleznables gobernantes de algunos países centro, sudamericanos y caribeños, en este continente, que por ambición y corrupción, se desentienden por completo del deber de satisfacer las necesidades básicas de sus gobernados.
Para sus demandas, la única respuesta que suelen tener, es la violencia, la persecución, la cárcel, las desapariciones o, de plano, el asesinato.
Millones de ciudadanos por doquier se enfrentan —seguro lo han hecho por años—, a una injusticia sistémica y sistemática que tiene como base la desigualdad social y genera muchos otros males. Su expresión más descarnada, que alcanza niveles insoportables, es el hambre.
Para satisfacer esa urgencia elemental, miles y miles de ciudadanos de todo el mundo arriesgan su existencia en largas travesías, encarando todos los peligros, abusos y violaciones a sus derechos humanos más elementales.
En su intento por escapar de una situación de miseria endémica y sin perspectiva alguna de superación, caen en las garras de decenas de traficantes que, sin ningún escrúpulo, comercian a cada paso que les “ayudan” a dar hacia el “paraíso” que quieren alcanzar.
Las corrientes migratorias son mayores en aquellos países que están en poder de tiranos, quienes ejercen la “política” mirando únicamente a obtener ganancia, poder y ventaja. Los destinos elegidos son, naturalmente, los que, bien gobernados, han permitido a la gente alcanzar altos niveles de bienestar.
El tráfico de indocumentados, trata —que comprende mujeres y niños—, así como de armas, drogas, órganos humanos, animales exóticos y/o en peligro de extinción, son expresiones de la pérdida absoluta de sensibilidad y de valores o, si se quiere, de la elevación del dinero al reino de los cielos, por el que todo mundo está dispuesto a lo que sea… con tal de alcanzarlo.
De nueva cuenta, habrá que analizar de qué y para qué sirven organismos que aglutinan a diversas naciones, como la OEA, o a la mayoría del planeta (ONU), que mantienen una estructura de burócratas inútiles, flojos, improductivos y vividores, y representan un enorme gasto para cada uno de sus miembros. Ninguno cumple con su principal objetivo que dio lugar a su nacimiento.
Sotto Voce.– De acuerdo con fuentes muy allegadas a la Santa Sede, aumenta la preocupación por la precaria salud del Papa Francisco. Las afecciones que ha podido sobrellevar por largo tiempo, nos aseguran, lo colocan en un fuerte dilema, en el que podría estar su posible renuncia al pontificado. En ese escenario, habría un nuevo líder de la Iglesia Católica. En una entrevista, concedida en diciembre de 2022 a un periódico español, Francisco declaró incluso que hace una década firmó una carta de renuncia en caso de que su mala salud le impidiera desempeñar sus funciones. En ese caso, en la historia moderna del papado, sería el segundo en convertirse en Papa Emérito, después de Benedicto XVI, quien abdicó en 2013…
Por Cuaresma, En Petit Comité dejará de publicarse las próximas dos semanas; reaparecerá el 21 de abril.