Carlos Martínez, socio y Office Head de Bain & Company México
La pandemia sacudió nuestro estilo de vida en muchos sentidos y sin duda marcará un punto y aparte en la historia del mundo como solíamos conocerlo. Pero tras un año de transición en que la vida ha tratado de recobrar su curso, nos dimos a la tarea de investigar cuáles han sido los cambios más importantes a los que se han enfrentado los consumidores en México y Latinoamérica.
En nuestro estudio “Consumer Pulse” encontramos que, aunque añorábamos regresar a nuestra vida “normal”, el periodo postpandemia nos ha resultado más difícil de lo esperado. Hemos tenido que enfrentarnos a una recuperación económica, al tiempo que existe un conflicto bélico con repercusiones globales, la inflación y las crisis internas que enfrenta cada país nos han dejado algo que hemos llamado ‘consumidor reprimido’.
La gran pregunta es ¿qué busca este consumidor reprimido? Principalmente, minimizar los costos de vida, frente a un mercado al alza que se ha mantenido en los últimos meses. Lo que los ha orillado a ser más desconfiados de marcas y productos, buscando alternativas para reducir los gastos a través de cambios en el estilo de vida.
La salud mental se ha convertido en una prioridad para este segmento –reportada con un 72 por ciento de los encuestados, frente a la salud financiera con un 55 por ciento y la salud física con un 43 por ciento. Puesto que la población está más interesada en una vida más saludable, tanto mental como física. Sin embargo, una vez más, se tienen que enfrentar a barreras como la falta de tiempo o dinero.
Los consumidores reprimidos también se han vuelto más celosos de sus espacios, tanto de manera física como en el mundo digital. Al priorizar el trabajo desde casa, tanto por la comodidad, como por el ahorro, con más del 50 por ciento de los encuestados trabajando en esta dinámica y un 43 por ciento que reportó estar buscando activamente este sistema.
En el caso del mundo digital, una importante mayoría (68 por ciento), desea reducir el tiempo dedicado a las actividades digitales, impulsados por los excesos que se vivieron durante la pandemia, donde la gran mayoría de las actividades se realizaban delante de una pantalla. Este fenómeno se ha extendido incluso en generaciones jóvenes, donde el 36 por ciento de los encuestados de la generación Z, también quiere reducir este consumo.
Si bien, no podemos generalizar el predominio de estas tendencias, una primera conclusión para las diferentes industrias y sectores es entender que los consumidores estamos evolucionando de una manera más acelerada que hace tres años. Ahora, más que nunca, se ha vuelto indispensable el monitorearnos, entendernos de una manera más granular, y el poder ajustar estrategias de negocio para responder a dichas tendencias. Aquellos que logren hacer esto de manera efectiva y programática, sin duda, tendrán una ventaja competitiva.
El conocer e investigar el mercado de manera constante debe convertirse en prioridad. Esto ayudará a evadir tendencias pasajeras que alejan a la empresa de su núcleo o el invertir recursos en estrategias en múltiples direcciones, que no tienen una meta sólida. Además de que, sí, por el contrario, se toma una actitud pasiva, por temor o en espera de que la situación cambie, se puede privar al negocio de grandes oportunidades.
Los consumidores ya cambiaron y continuarán en ese camino, la clave estará en que las empresas apliquen estrategias y recursos para seguirles el paso, mientras que muchas otras estarán en peligro de quedar rezagadas si no saben adaptarse a la nueva realidad.