Colaborador Invitado

La tramoya política de la sucesión de López Obrador

Es factible que el ‘tapado’ destapado sea el secretario de Gobernación, el licenciado Adán Augusto López Hernández.

La gran apuesta del presidente López Obrador es ganar la presidencia de la República y conservar su movimiento político. Es su prioridad y razón de ser. Hace tiempo que lo viene construyendo y, al parecer, todo saldrá conforme a lo planeado. Sin embargo, el exceso de confianza es mal compañero. Es menester recordar que las circunstancias hacen variar la realidad. De ninguna manera debe menospreciarse el estado imperante del escenario político.

La política tiene ritmo, cadencia y armonía. Se sustenta en la realidad, se alimenta de las circunstancias y se asocia a la suerte. Al final, esto determina el proceder del gobernante; puede ignorarla, pero a un alto costo. Carranza olvidó esta norma al tratar de imponer a Bonillas como su sucesor en lugar de Álvaro Obregón, líder indiscutible del Ejército y de la Revolución. Esta equivocación lo condujo a la muerte en Tlaxcalantongo.

El general Cárdenas respetó esta regla y optó por Ávila Camacho. Alemán no pudo poner a Casas Alemán y se inclinó por Ruiz Cortines. Díaz Ordaz por Echeverría, en parte por el movimiento del 68. Salinas, a pesar de su indiscutible poder, sufrió las consecuencias del síndrome político de finales de sexenio. En plena fiesta de la modernidad y la firma del Tratado de Libre Comercio, el levantamiento zapatista, la falta de un acuerdo político sucesorio y Lomas Taurinas ensombrecieron al país y cambiaron el futuro de México. Estos hechos son historia viva y López Obrador debe verse en ese espejo refractario.

López Obrador es un conocedor de la historia del país. La ha vivido y la ha sufrido. Dieciocho años de lucha acreditan constancia y terquedad por el poder. Nadie le ha regalado nada. «La silla la arrebató con votos.» Sin embargo, el hombre ya no es el mismo de 2018, el yunque moldea y cambia conductas. En la arena política ha demostrado facultades sobradas para sortear temporalmente retos y desafíos que no han sido menores: la pandemia, la inseguridad, el narcotráfico, la nueva corrupción, los 40 migrantes muertos y una cerrada oposición de diversos sectores sociales como las clases medias, el movimiento de mujeres, empresarios invisibles, la DEA, la CIA y, por supuesto, los partidos de oposición.

La realidad marca los límites del poder. Este gobierno perdió la oportunidad de realizar sus reformas constitucionales para rescatar petróleo y energía eléctrica. Se confió y a la mitad de la jornada perdió la mayoría absoluta en las cámaras. Añoranza de un gobierno que ya no podrá realizarlas. De ahí su ilusión de que el nuevo concluya esa tarea. Tan es así que en una mañanera anunció que en su próximo libro hará recomendaciones y sugerencias a su sucesor. Es un contrasentido de lo que ha afirmado sobre su jubilación y olvido de la política. Es una inversión idealista. Se vale soñar, pero en política los sueños no sustentables se convierten en pesadillas. La bala de León Toral canceló la reelección presidencial y la determinación del general Cárdenas de exiliar a Calles aniquiló el «maximato» en México.

López Obrador debería jugar sus últimas cartas, las más complejas y sofisticadas, ante un escenario de posibles conflictos: sus adversarios, el ajuste de cuentas, el enjuiciamiento y la persecución política, la pandemia y sus muertos, los migrantes de Juárez, la intromisión estadounidense, la nueva corrupción y escándalos de diferentes tipos. Es la hora de la contrición de los que ya se van, los que entregan el poder. En este caso, la hora de la verdad, el paso al futuro.

En estas condiciones tendrá que señalar a su heredero. Noches de reflexión y dudas. El problema del presidente es con su conciencia, en el interior de su alma, pues tiene que definir su destino y el del país. A mi juicio, los factores determinantes de la sucesión serán: seguridad personal y de su familia, continuar con la cuarta transformación, quien le asegure la unidad de Morena, su origen y destino: Tabasco, Chiapas y el sureste, hermandad de verdad y paisanaje y los conflictos internacionales.

En mi opinión, la encuesta no será el único factor, sino además los que me he permitido señalar tendrán un peso indiscutible. Ante este panorama, es factible que el tapado destapado sea el licenciado Adán Augusto López Hernández.

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