México es, desde hace más de doce años, el principal exportador global de cerveza. Según cálculos de la OCDE, tres de cada 10 cervezas que se consumen en el mundo son mexicanas, en un mercado que vale 15 mil millones de dólares, de los cuáles la economía mexicana se lleva la tercera parte. Sin embargo, el país es también el segundo importador mundial de malta, insumo central de la cerveza, derivado de la cebada y otros cereales.
En la lógica actual del comercio global, en donde la tendencia es acercar los insumos a los centros de industrialización y consumo (fenómeno llamado nearshoring), ¿qué proporción de la derrama económica de la industria cervecera nacional se ha quedado en otras latitudes por efectos de las importaciones de la malta y la cebada?
Solo para dimensionar la relación del valor económico de los principales insumos de la cerveza mexicana, consideremos que durante 2020, la industria mexicana de la cerveza reportó ventas mundiales de 4.89 mil millones de dólares, en tanto las compras internacionales de cebada fueron por 72.7 millones de dólares, y las de malta alcanzaron 251 millones de dólares.
En 2018, Heineken inició las operaciones en su planta de Meoqui, Chihuahua, y a partir de ese momento, empezó a trabajar con sus aliados para impulsar a creación de un cluster cervecero. Este movimiento estratégico incluyó la invitación a Malteurop, maltera francesa de cooperativistas agrícolas, a instalar una planta productora de este insumo, contigua a la cervecera, en una de operación silenciosa de nearshoring, quizá la primera de la agroindustria mexicana.
Las inversiones de la maltera iniciaron hace tres años y fueron destinadas para desarrollar entre agricultores locales la cadena de proveeduría de cebada cervecera para la región. Este cereal se cosecha principalmente en el centro del país.
El cultivo de cebada en Chihuahua era marginal, principalmente para usos forrajeros, pero bastó la creación de un núcleo de consumo del grano para que la convocatoria encendiera los ánimos de los productores.
El proceso de formación de proveedores agrícolas para la elaboración de malta inició en 2019 con 21 agricultores independientes, que para el cierre de 2022 habían crecido a 424, en un total de 45 mil hectáreas de tierras cultivadas y una producción de cebada cervecera del orden de las 22.8 mil toneladas de grano.
En menos de tres años, Chihuahua incrementó su producción de cebada en 56 mil por ciento y una vez que inicie la producción de malta, se colocará entre los cinco estados que mayor volumen de la gramínea entregan a la industria cervecera.
La base incremental de productores de cebada en Chihuahua establece un patrón de comportamiento favorable para hacer extensivo este cultivo y el de otros granos malteables en las regiones cercanas a los centros de consumo industrial.
En el escenario que se desprende de las oportunidades del nearshoring cervecero, debe agregarse el factor sobre el valor que se agrega a la economía del campo, a través de un modelo de agricultura sostenible y sustentable que resulta altamente rentable para los productores de cebada, como proveedores de una industria cuyo valor alcanza los 3 mil 500 MMD en el mundo.
Las medidas que las industrias deben realizar para subirse al tren de la relocalización de la cadena de suministros, no solo incluyen la sustitución de importaciones y la reubicación de las manufacturas. Comprenden el fortalecimiento de las vocaciones de los pequeños productores regionales junto al desarrollo de las potencialidades de las economías locales y planes con visión de largo plazo en alianza con las comunidades donde radican.
* Gustavo Strasser es director general para América de Malteurop, la más importante productora de malta en el mundo, parte de Grupo Vivescia y que opera 24 plantas industriales en el orbe, dónde produce anualmente 2.3 millones de toneladas de malta cervecera.