Colaborador Invitado

Agricultura sustentable para optimizar la producción de maíz

El uso de la agricultura regenerativa, combinada con herramientas digitales y avances tecnológicos hace del trabajo en el campo una actividad optimizada.

Jorge Flores, Gerente de Agronomía de Yara México

En México, el maíz es uno de los cultivos más importantes, no solo por su relevancia económica, sino por lo que representa para la tradición y cultura mexicanas. En nuestro país, su producción se divide, principalmente, en blanco y amarillo, siendo el primero el que se destina, mayormente, al consumo humano; mientras que el amarillo se utiliza para la industria o a la fabricación de alimentos balanceados para la producción pecuaria.

Gracias a que es una fuente importante de carbohidratos, fibra, vitaminas como la A y B, entre otras, así como minerales como el cobre, hierro y zinc, por mencionar algunos, el maíz blanco es la base de la alimentación para los mexicanos.

De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) este grano representa 20.9 por ciento del gasto total anual de los mexicanos en alimentos y bebidas, y el promedio de consumo per cápita es de 196 kg anuales.

El maíz blanco representa 86.94 por ciento de la producción de todas las especies que se producen en México; sin embargo, esta se ve amenazada año con año debido a altas temperaturas y sequías prolongadas. Es aquí donde la agricultura regenerativa cobra relevancia.

Maíz y el cambio climático

Las sequías y altas temperaturas son las condiciones ambientales más dañinas para este cultivo. Por ejemplo, entre 1980 y 2015, las sequías redujeron no solo la producción de maíz, sino que también la del trigo, hasta en un 40 por ciento en todo el planeta. El impacto es considerable tomando en cuenta que ambos son cereales esenciales para la alimentación humana. Además, el calor y condiciones sin lluvia permiten a las plagas esparcirse entre cultivos, lo que también representa un gran reto.

Las condiciones climáticas drásticas merman las producciones y, en efecto dominó, esto impacta negativamente la seguridad alimentaria, la economía de los trabajadores del campo, de los distribuidores y la de otros eslabones de la cadena. La temperatura sigue en aumento, y cada grado centígrado significa un mayor impacto. ¿Qué pueden hacer los productores y actores principales en dicha industria? La respuesta es: Adaptar las prácticas agrícolas de acuerdo con los lineamientos de la agricultura sostenible.

Agricultura regenerativa

Este concepto se refiere a las técnicas que priorizan el regenerar, fertilizar, estimular e impactar en la menor medida posible al suelo y la biodiversidad. Entre ellas están la reintegración de los residuos al suelo, labranza mínima, siembra directa, eficiencia en el uso de fertilizantes, manejo integrado de plagas y enfermedades, y el uso eficiente del agua de riego.

Con respecto a los fertilizantes –uno de los elementos más importantes para la agricultura moderna–, las técnicas regenerativas contribuyen a un mejor control de las aplicaciones y dosis, logrando cantidades ideales y ahorros que no eran posibles hace algunos años.

Es importante señalar que las estrategias regenerativas en el campo no significan una inversión mayor para los productores, y tampoco representan un esfuerzo amplio o cambios profundos en las tareas de fertilización.

La agricultura regenerativa, combinada con herramientas digitales y avances tecnológicos hace del trabajo en el campo una actividad optimizada.

De acuerdo con datos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), luego de ocho ciclos productivos de implementación de al menos de una de las prácticas sostenibles sumó 21 mil toneladas más a la producción nacional entre 2017 y 2022.

De manera que, para garantizar la producción del maíz, uno de los alimentos esenciales para los mexicanos, las estrategias sustentables son cada vez más necesarias. Todos los productores o trabajadores involucrados deben acercarse a las ideas y planes que combinan el conocimiento milenario con los avances tecnológicos más eficaces, para satisfacer la demanda de producción alimentaria que, según la FAO, debe duplicarse para alimentar a cerca de 10 mil millones de personas que habitarán en el mundo en 2050. Cultivar un futuro alimentario positivo para la naturaleza será imperativo para lograrlo.

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