Por Dra. Joaquina Niembro, profesora-investigadora, Facultad de Ingeniería de la Universidad Panamericana.
El metaverso no genera indiferencia. Al escuchar sobre el tema, siempre se tendrá una reacción. ¿Extrañeza, curiosidad, ilusión, miedo y/o rechazo?, son solo algunas posturas de entre muchas con sus matices. El metaverso hace pensar en escenarios donde el trabajo y las operaciones se simplifican, los traslados se minimizan, la atención al cliente puede ser mejor, el ocio se transforma, las relaciones humanas evolucionan y también, cambia la relación con el medio ambiente.
El metaverso es un espacio de convergencia de tecnologías que permiten interacciones multisensoriales en entornos virtuales con objetos digitales y personas digitalizadas. Ahí, se conjugan la realidad virtual y la realidad aumentada, la inteligencia artificial, el blockchain, las redes móviles avanzadas con 5G y el internet de las cosas, entre otras. Imagine un nuevo mundo virtual donde un avatar lo represente en una oficina digital, mientras realmente está trabajando o en un parque de diversiones, museo, o, cualquier otro evento que pueda ocurrir en su vida real o imaginaria.
Ahí, las limitaciones de la física, la química y la biología se superaron. Ese mundo tiene muy pocos límites, algunos son: la velocidad de procesamiento, las interfaces hombre-máquina y el recurso económico que compra hardware y puede financiar el acceso a Internet, las licencias de software, el tiempo de servidor y otras pocas. Es aquí, en las limitantes, cuando nos damos cuenta que el metaverso no puede abstraerse por completo de la realidad del mundo físico que conocemos.
El concepto de fuga a un universo creado por el hombre no es novedad. Aun así, los estudiosos del tema reivindican al novelista Neal Stephenson como el ideólogo del tema en su obra Snow Crash de 1992. En ella, se trata la fragmentación social y la pérdida de identidad como un problema del ciberespacio. ¿Coincidencia considerando lo que se vislumbra en el futuro?
A continuación, algunas ideas respecto al metaverso, intentando abonar en la respuesta a la pregunta anterior:
Las relaciones humanas se satisfacen sin prejuicios raciales, de género, edad, fronteras geográficas o discapacidades. Sin embargo, la segregación no desaparece, pues el poder adquisitivo determina las prestaciones y gadgets para entrar al metaverso. Por ende, se generan burbujas de realidades inconexas con otras burbujas. Finalmente, se refleja lo que ocurre en el mundo físico.
El metaverso es un lugar más o menos seguro para personalidades introvertidas y poco gregarias. Lamentablemente el círculo no se rompe y la socialización puede verse cada vez más afectada. Las confusiones de relaciones virtuales y físicas ya ocurren. Han sido tema de películas más o menos taquilleras, donde se dramatiza la introversión y sus riesgos, ejemplo aquel que se enamora del asistente virtual tipo Siri o Cortana.
En el metaverso, compartimentalizarse es posible. Una misma persona puede tener varios avatares, varias relaciones, varios escenarios en función de la personalidad que adopte. Sin el limitante del mundo físico, donde racionalidad y espíritu conviven dentro de un cuerpo, tener múltiples avatares es una forma de liberarse y experimentar. Dicho de otra manera, los egos y alter egos conviven sin disimulo.
Si no se propicia la actividad física desde el mismo metaverso, el sedentarismo cobrará en poco tiempo una cuota significativa de obesidad, diabetes, hipertensión y los síndromes por malas posturas o desgaste articular, aún mayor a la que ya se presenta actualmente por el estilo de vida de la sociedad informatizadas en la era de las computadoras.
Usar tecnología es usar energía. Y como la fuente energética va de la mano del impacto ambiental de su producción, conectarnos al metaverso tiene consecuencias muy reales, en el medio ambiente, real. Según datos de la Unión Europea, una computadora promedio puede emitir 2 kg de CO2 por día laboral de 8h, si, además, pensamos en servidores, baterías, sistemas redundantes, etc., la relación entre metaverso y cambio climático se ve más clara.
Entrar al metaverso no es un ejercicio de concentración o telepatía. De momento, se necesitan dispositivos cuya fabricación implica el uso y tentativo agotamiento de los recursos naturales requeridos para la fabricación. Además de la futura escasez de los materiales, se presentan los impactos asociados a la logística propia de la cadena de suministro.
Una nueva economía surge en un nuevo ambiente poco regulado, terreno virgen para el pionero que lo quiera explorar. Para aquel que, innovando, asuma el riesgo y genere una ventaja competitiva. Nuevos modelos de negocio, formas de trabajo remunerado, monedas para comprar y vender y realizar transacciones financieras. Gucci, Louis Vuitton, Coca-Cola, Sotheby’s son ejemplo de compañías con presencia en el metaverso.
Finalmente, discutir sobre metaverso es discutir sobre un futuro muy cercano. Es prevenir y generar planes frente a los escenarios con gran potencial de ocurrencia. Es anticiparse para una operación paralela en un nuevo mundo, con nuevas oportunidades de negocio y con gran potencial. Donde las mejores prácticas de responsabilidad social corporativa deberán ser parte de la estrategia de una operación exitosa.
Twitter: @JoaquinaNiembro