Juan Carlos Machorro, líder de la práctica transaccional de Santamarina y Steta
Recientemente la Association of Corporate Counsel (ACC) organizó una mesa redonda en la que se discutió la manera como los abogados internos de las empresas están utilizando herramientas de inteligencia artificial (IA), qué les preocupa y cómo piensan seguir insertando esta herramienta en los asuntos legales de las organizaciones en las que colaboran.
El consenso aparente de los participantes es que existe un potencial enorme en la utilización de herramientas de IA, para bien y para mal. En este sentido, los resultados de la discusión enfatizan oportunidades enormes que la IA presenta para los negocios y las tareas encomendadas a los abogados internos. Las capacidades de la IA se incrementan a una velocidad demencial y los modelos de lenguaje amplios se multiplicarán por cientos en relación con lo que ofrecen actualmente; sin embargo, es necesario alinear en forma adecuada la IA con las necesidades humanas. Lo último que necesitamos es que la inteligencia artificial comience a hacer travesuras, como recientemente fue comentado por el creador de ChatGPT.
No existe una ruta trazada en forma definitiva en este momento acerca de la utilización más adecuada y eficiente de herramientas de IA por parte de los abogados de empresa. Ello quiere decir que el camino a seguirse es por lo pronto de prueba y error y encontrar en el proceso las soluciones que funcionen de mejor manera para cada negocio.
La función del departamento legal de las empresas resulta crucial en materia de la utilización de herramientas de IA por temas diversos comentados en entregas anteriores que tienen que ver con aspectos éticos, de propiedad intelectual y de responsabilidad inherente a los entregables generados en todo o en parte con la asistencia de herramientas de IA.
El departamento legal de la empresa debe estar alineado y colaborar con los departamentos de tecnologías de la información y de compliance y mantener vigente y actualizado un manual interno para el proceso de revisión de contratos, por ejemplo, aplicable a cualquier proveedor externo que utilice a su vez herramientas de IA.
Las herramientas de IA frecuentemente utilizadas por los abogados incluyen aquellas que facilitan la revisión y clasificación de contratos. Existen herramientas mediante las cuales se entrena a la máquina para que únicamente procese contratos que cumplan con ciertos requisitos mínimos y, en este sentido, la IA permite identificar y discriminar aquellos contratos que presentan desviaciones sustanciales frente al modelo originalmente alimentado.
Una preocupación constante de las áreas de tecnologías de la información y desde luego los departamentos jurídicos de las empresas tiene que ver con la selección adecuada de los proveedores de tecnología que ofrecen IA. Lo primero que se recomienda es tener pleno conocimiento y entendimiento de las funcionalidades que se buscan en una solución tecnológica. A mayor personalización de la herramienta mayor el costo de la misma, en términos generales.
Un tema de particular relevancia consiste en negociar adecuadamente las cláusulas de indemnización con los proveedores de esta tecnología. Por tratarse de un área poco explorada, el tema de responsabilidad se mantiene como una preocupación y ocupación permanente de los abogados que redactan estos contratos.
Recientemente Zoom estuvo en los encabezados noticiosos como resultado de una actualización a sus términos de servicio que aparentemente proporcionaba acceso a la información de los usuarios para efectos de entrenamiento de las máquinas en materia de IA. Aun cuando esto fue debidamente aclarado por la empresa, el episodio refleja la importancia de conocer si el proveedor de bienes o servicios está facultado para utilizar la información personal de su clientela para fines de entrenamiento de su propia IA.
Muchas empresas se encuentran trabajando desde sus departamentos legales en la elaboración de políticas aplicables a las empresas en materia de IA.
Ya se ha comentado con anterioridad que el proceso de regulación que lideran la Unión Europea y los Estados Unidos de América se encuentra en marcha y que es previsible que distintos países alrededor del mundo se apeguen a los lineamientos que esta regulación europea y norteamericana vayan dictando en un proceso complejo, pero dinámico de aprendizaje conjunto.
Los abogados internos de las empresas y quienes les asesoramos desde nuestras firmas estamos inmersos en este fascinante proceso de aprendizaje colectivo.
Se trata de un fenómeno que no tiene marcha atrás y está revolucionando ya las competencias del abogado y las expectativas del servicio legal corporativo.