El autor es Director de la Oficina de Pure Earth en México.
Según las cifras más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en torno a los fallecimientos en México, durante el periodo de enero a junio de 2023, las defunciones por enfermedades del corazón fueron la primera causa de muerte a nivel nacional, con 97 mil 187 casos.
El dato resulta particularmente alarmante, sobre todo porque en la actualidad existen campañas continuas que se han convertido en una verdadera guía para el cuidado de la salud y, en especial, el corazón. Se habla, por ejemplo, de mantener el peso adecuado, comer sanamente, realizar ejercicio y algunas otras pautas en torno al tema.
Lo que no nos dicen es que un determinante crucial para los infartos es el plomo, ese enemigo silencioso que, la mayoría de las veces, permanece en casa, hace daño a los niños y niñas, a los adultos, tengan la edad que sea, y todo esto sin darnos cuenta.
Se estima que cada año mueren en el mundo más de cinco millones de personas como consecuencia de la ingestión de plomo. En muchos de los casos, las enfermedades cardiovasculares son la causa de esos fallecimientos. Sin embargo, el detonante real, ese que pocas veces se percibe, es precisamente el plomo.
Diversas investigaciones, han dado luz, primordialmente en los últimos años, en que el plomo está particularmente asociado con alteraciones en la función cardiovascular, cerebrovascular y enfermedad coronaria.
Este metal se aloja y se distribuye en el organismo hasta alcanzar el cerebro, el hígado, los riñones, los huesos y, por supuesto, el corazón. Es tan dañino que puede acumularse en el cuerpo y, con el paso del tiempo, dar el golpe final e inesperado de la muerte.
Así podemos pasar toda una vida sin medir la concentración de plomo en nuestra sangre porque tampoco evaluamos las consecuencias negativas de estar expuestos a él. Lo peor es que no hay ningún nivel por debajo del cual alguna organización o autoridad de salud pueda afirmar que la exposición al plomo no tenga efectos nocivos.
El plomo está presente en muchos otros productos, como pinturas, soldaduras, vidrieras, vajillas de cristal, municiones, esmaltes cerámicos, joyas, pigmentos juguetes, cosméticos y hasta medicamentos tradicionales. Por supuesto, a pesar de que ha disminuido su utilización, también está aún en algunas gasolinas.
Ante este panorama, todos los países, pero en especial los de Latinoamérica y, claro, específicamente México, deben asumir un reto: la exposición al plomo es prevenible y este, quizás, sea el único camino cierto para tratar el problema.
En ese sentido, en Pure Earth México, en conjunto con otras organizaciones, empresas, instituciones educativas, trabajadores e integrantes de la sociedad civil en general, constantemente realizamos acciones puntuales que, poco a poco, están dando resultado para cambiar la dinámica de, por ejemplo, la alfarería en las diversas regiones en las que esta actividad económica es importante.
También, de manera constante, llevamos a cabo campañas de concientización para disminuir cada vez más la exposición humana al plomo y, aunque hemos tenido buenos resultados, falta mucho por hacer.
Es desde las instancias de salud pública, desde los sistemas económicos globales, los comercios, las empresas y desde los hogares de todas las familias donde se tiene que asumir la idea de que el plomo no implica solamente un riesgo de contaminación del medio ambiente, sino que conlleva problemas de salud irreversibles y letales.
Las estadísticas no mienten. Las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte entre los mexicanos; si aminoramos juntos la exposición al plomo, con seguridad las cifras se reducirían. Vale la pena que todos unamos esfuerzos al respecto.