La advertencia emitida por la Oficina de la Representación Comercial del Ejecutivo de los Estados Unidos (USTR) a México el 16 de febrero pasado, respecto al aumento en las exportaciones de acero y aluminio, no solo debe tomarse en serio, sino también entenderse en un contexto que va más allá de lo electoral. Esta refleja la forma en que EU protege industrias clave, como cemento, azúcar, tomate, acero y aluminio por su poder de mercado y peso político.
En junio de 2018, el presidente Trump anunció la imposición de aranceles del 25por ciento a las exportaciones de acero y del 10 por ciento a las de aluminio dirigidas a México, Canadá y la Unión Europea, con el argumento de seguridad nacional bajo la Sección 232. En respuesta, México y Canadá implementaron aranceles de represalia, enfocados en productos estratégicos. No obstante, a partir de negociaciones, se lograron Declaraciones Conjuntas en mayo de 2019, eliminando los aranceles y estableciendo medidas para prevenir la importación de acero y aluminio subsidiado o a precios de dumping, o triangulados desde terceros mercados, y se acordó un sistema de monitoreo del comercio con EU. Así se eliminó un irritante en la relación comercial.
Cinco años después, la administración Biden ha planteado la posibilidad de reimponer estos aranceles a petición de la industria estadounidense y algunos congresistas. ¿Por qué podríamos estar enfrentando una situación similar a la de 2018? Aquí, se presentan algunas claves para entender la actual presión de Estados Unidos sobre México.
Primero, la industria siderúrgica global ha enfrentado décadas de sobrecapacidad, con una capacidad de producción mundial de acero que alcanzó casi 2 mil 500 millones de toneladas métricas en 2023, con una sobrecapacidad superior a 600 millones. Así, los productores buscan exportar, pero también proteger sus mercados de importaciones. EU tiene su propia sobrecapacidad de ciertos tipos de acero y busca evitar que su producción nacional sea desplazada por importaciones.
Segundo, la Declaración establece que, en caso de un crecimiento significativo y repentino de las exportaciones de acero y/o aluminio, los aranceles podrían reinstaurarse. Sin embargo, no se ha definido claramente qué se considera como un crecimiento repentino y significativo. En la reunión ministerial del T-MEC en julio de 2023, Estados Unidos expresó preocupación por el aumento de las exportaciones mexicanas vinculándolas a importaciones originarias de China. Aunque el aumento en las ventas mexicanas se debe a la integración productiva y el creciente intercambio comercial, ha suscitado inquietudes en Estados Unidos, especialmente en exportaciones mexicanas de ciertas categorías de productos como planos, tubos, semiterminados (planchón) y aceros inoxidables.
Tercero, EU busca garantizar que sus empresas utilicen su capacidad instalada y que las importaciones no desplacen su producción. A pesar de las complementariedades productivas e inversiones mutuas en América del Norte, las empresas siderúrgicas y de aluminio no están tan profundamente integradas, lo que lleva a cabildeos nacionales en contra de competidores.
Cuarto, 2024 es un año electoral en EU. Los votos vinculados a los sectores del acero y el aluminio en estados “bisagra” podrían ser determinantes para la elección presidencial. En noviembre de 2023, 14 senadores exigieron limitar las importaciones de acero y aluminio desde México. Algunos senadores firmantes representan estados acereros que podrían definir el resultado de la contienda presidencial (Pennsylvania, Arizona o Carolina del Norte).
Finalmente, la Declaración Conjunta establece que si una parte impone aranceles, el país afectado puede aplicar represalias en el mismo sector. Aunque parece una forma de equilibrar las acciones, representa un riesgo de iniciar una escalada comercial contraria al T-MEC y al nearshoring.
Para México es esencial evitar la reimposición de aranceles bajo la Sección 232. La Declaración Conjunta de mayo de 2019 lo permite. A pesar de ser el principal socio comercial y proveedor de EU, México no tiene garantizado un trato diferenciado. Un diálogo y acuerdo eficaces pueden abordar las preocupaciones de ambas partes sin recurrir a una innecesaria guerra comercial en el sector de acero y aluminio. Reimponer aranceles también sería contrario al interés de posicionar a la región como un sitio ideal para relocalizar nuevas inversiones.