La participación política de las mujeres migrantes mexicanas es un tema de creciente relevancia en el contexto de un mundo cada vez más interconectado y globalizado. A pesar de los avances significativos en la legislación mexicana para facilitar el voto desde el extranjero, como la reforma constitucional de 1996 y la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LEGIPE) de 2014, la participación efectiva de las mujeres migrantes en la política mexicana sigue enfrentando desafíos críticos.
Estos desafíos van más allá de las barreras logísticas y estructurales, y están enraizados en la marginalización política que sufren las mujeres migrantes debido a leyes, prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorios, bajos niveles de educación, falta de acceso a servicios de salud, y la desproporcionada afectación de la pobreza. Esta realidad multifacética requiere un enfoque integral que aborde no solo los obstáculos prácticos, sino también las motivaciones personales y las condiciones de vida de las mujeres migrantes.
La habilitación del voto electrónico es un paso positivo para promover una mayor participación de los mexicanos en el extranjero, incluidas las mujeres migrantes. Sin embargo, la baja participación histórica, con solo el 1.53 por ciento de los mexicanos en el extranjero votando en el proceso electoral 2017-2018, indica que aún queda un largo camino por recorrer. Es alentador ver los esfuerzos del Instituto Nacional Electoral (INE) y de las organizaciones de la sociedad civil para incrementar la participación de las mujeres migrantes marginadas, pero se necesita un compromiso sostenido y políticas públicas específicas para lograr un cambio significativo.
La elección de un senador migrante en 2024 representa un hito en la representación política de los mexicanos en el extranjero, incluidas las mujeres migrantes. Este avance podría incentivar una mayor participación electoral y dar voz a las preocupaciones y aspiraciones de la comunidad migrante en el ámbito legislativo. Sin embargo, para que esta representación sea efectiva, debe ir acompañada de mecanismos de participación y consulta que garanticen que las políticas públicas reflejen las realidades y necesidades de las mujeres migrantes.
Además de fortalecer los mecanismos de participación, es crucial abordar las condiciones de vida y trabajo de las mujeres migrantes. Esto implica desarrollar políticas que reconozcan y apoyen su trabajo en las cadenas internacionales de cuidados, atiendan las necesidades específicas de las madres transfronterizas, combatan la feminización de la pobreza, prevengan y atiendan la violencia de género, protejan contra la explotación laboral, cierren la brecha salarial, y apoyen la reinserción de las mujeres migrantes que retornan a sus comunidades de origen.
En conclusión, la participación política de las mujeres migrantes mexicanas es un desafío pendiente que requiere un enfoque integral y multidimensional. Más allá de los mecanismos de participación, es necesario abordar las realidades y motivaciones personales de las mujeres migrantes, así como las condiciones estructurales que perpetúan su marginalización. Solo a través de políticas públicas específicas, representación política efectiva y el compromiso sostenido de todos los actores involucrados, podremos avanzar hacia una participación política genuina y equitativa de las mujeres migrantes mexicanas. El futuro de nuestra democracia depende de ello.