Colaborador Invitado

La inclusión financiera de la mujer en Latinoamérica

Aunque en los últimos años se han logrado avances significativos, la brecha de género en la inclusión financiera aún persiste, especialmente en América Latina.

La autora es Socia Líder de Financial Services Assurance para EY Latinoamérica.

El Banco Mundial define la inclusión financiera como “el acceso y uso de servicios financieros que son seguros, asequibles y convenientes”. La inclusión financiera no puede compatibilizarse con prácticas poco éticas o de préstamos inescrupulosos y es gracias, en gran parte, al desarrollo en materia de regulación de protección al consumidor que hemos visto en las últimas décadas una mejora en la oferta de servicios financieros más justos y equitativos.

Entre los factores claves que se integran en la definición de inclusión financiera podemos incluir: la apertura de cuentas bancarias, el acceso al crédito, la inclusión en el sistema de pagos digital, la educación financiera y la protección de los derechos del consumidor financiero. Sin duda, uno de los factores más relevantes de esta lista es la educación financiera. Es el pilar sobre el que se basan el resto de los componentes.

Tradicionalmente, el acceso a los servicios financieros ha estado sesgado hacia los hombres, y aunque en los últimos años se han logrado avances significativos, la brecha de género en la inclusión financiera aún persiste, especialmente en América Latina. La inclusión de la mujer en el sector financiero es esencial para su empoderamiento, y su participación económica, social y política.

¿Por qué la inclusión financiera de las mujeres en Latinoamérica se ha visto rezagada?

Existen múltiples factores que explican por qué la inclusión financiera de la mujer en la región ha crecido menos de lo esperado, entre los más relevantes están:

1. Barreras culturales y sociales: En muchos lugares persisten actitudes y normas culturales que limitan el papel de la mujer en la sociedad y, por extensión, su acceso a los servicios financieros. Muchas mujeres pueden enfrentarse a restricciones para trabajar fuera del hogar o para controlar sus propios recursos económicos.

2. Desigualdades de género en la educación y el empleo: A menudo tienen menos acceso a la educación y al empleo remunerado que los hombres, limitando su capacidad para utilizar o acceder a los servicios financieros.

3. Bajo nivel de alfabetización financiera: La falta de educación financiera es una barrera para la inclusión financiera de mujeres. En muchos casos, las mujeres no están familiarizadas con los servicios financieros y no entienden cómo pueden beneficiarse.

4. Falta de productos financieros adecuados: Muchos productos financieros no están diseñados teniendo en cuenta las necesidades y circunstancias específicas de las mujeres. Por ejemplo, las mujeres suelen tener ingresos más bajos e irregulares que los hombres, y requieren productos financieros flexibles que se adapten a estas circunstancias.

Para mejorar la inclusión financiera de las mujeres en América Latina, es fundamental abordar estas y otras barreras. Esto puede implicar cambiar las normas y actitudes culturales, mejorar el acceso a la educación y al empleo, proporcionar educación financiera, desarrollar productos financieros adaptados a las necesidades de las mujeres y reformar las leyes y normas que limitan el acceso de las mujeres a los servicios financieros.

Estrategias para desbloquear la inclusión

La inclusión financiera de las mujeres en América Latina es una tarea multidimensional que requiere el esfuerzo conjunto de gobiernos, organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad. Entre las estrategias que se pueden implementar destacan:

1. Educación financiera: Muchas mujeres en la región no tienen conocimientos financieros básicos. Implementar programas de educación financiera puede ayudar a las mujeres a entender cómo funcionan los servicios financieros y cómo pueden beneficiarse de ellos.

2. Creación de productos financieros adecuados: Los productos financieros deben ser diseñados teniendo en cuenta las necesidades de las mujeres. Por ejemplo, productos que les permitan ahorrar en pequeñas cantidades o que les brinden acceso a créditos asequibles serían de gran ayuda.

3. Uso de tecnología: La tecnología digital tiene el potencial de superar muchas de las barreras físicas y culturales que impiden a las mujeres acceder a los servicios financieros. Las aplicaciones móviles y las plataformas de banca en línea pueden proporcionar a las mujeres un acceso seguro y conveniente a los servicios financieros.

4. Impulsar la participación de las mujeres en el sector financiero: Fomentar la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo dentro del sector no solo aumentaría la perspectiva de género en las decisiones de negocio, sino que también serviría como modelo a seguir para otras mujeres.

En conclusión, la inclusión financiera de las mujeres no es solo una cuestión de justicia social. Sirve como un poderoso multiplicador de los esfuerzos de desarrollo y un motor del crecimiento económico. Para América Latina, la plena inclusión financiera de las mujeres no es solo un imperativo moral, sino también un requisito clave para su prosperidad futura.

COLUMNAS ANTERIORES

El mal de montaña, síndrome del poder político
Inversiones que tienden puentes

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.