Hay un gran debate en el mundo sobre hasta que punto las nuevas fuentes de energía e infraestructura sustentable que podrían ser la base del desarrollo futuro deben ser adoptadas por los países o sectores menos desarrollados del mundo. Algunas naciones en África han planteado que parece injusto que los países de mayor desarrollo, que lograron crecer gracias al uso a gran escala de fuentes de energía altamente productiva pero contaminante como los hidrocarburos o la nuclear, pretendan negarles su uso por razones del cuidado ambiental. Su argumentación se funda en la idea de que proteger un hipotético bienestar de gente que aún no nace a expensas de garantizar la miseria y la pobreza de gente concreta en el presente es absurdo.
El debate es genuino ya que, la verdad sea dicha, vivimos en un mundo donde la energía fósil continúa siendo la más productiva, si bien es cierto que la productividad de fuentes de energía alternativas y menos contaminante ha venido aumentando en los últimos años, aunque no a la escala esperada.
En este debate el mundo debe actuar con la mayor prudencia, tomando en cuenta la necesidad que tienen grandes sectores de población de desarrollarse y crecer económicamente hoy con el imperativo de garantizar un planeta sustentable a las generaciones futuras.
En este debate el gobierno mexicano actual ha tomado la decisión de no tomar en cuenta la segunda parte de la ecuación. Su insistencia en invertir en la refinería de Dos Bocas, de mantener el monopolio de la Industria eléctrica y de minimizar el potencial de las energías renovables en el desarrollo mexicano es irresponsable.
Parece ser un consenso que, por su oposición geográfica, México tiene un gran potencial en el uso de energías alternativas como la hidroeléctrica, la eólica, la solar, la geotérmica, la mareomotriz, la de biomasa, entre otras.
Por ello, sin dejar de explorar el uso futuro de las fuentes de petróleo no convencional (shale), nuestro país debe comenzar a fundar una infraestructura sustentable del futuro.
Al respecto existe la idea de construir al menos 100 plantas para el aprovechamiento de residuos orgánicos para generar energía eléctrica. De la misma manera, dado que los autos eléctricos no son ya el futuro sino nuestro presente, es necesario construir al menos 5 mil puntos de carga para autos y otro tipo de transporte eléctrico. Al mismo tiempo se debe incentivar el uso de la bicicleta, por lo que la construcción de ciclovías debe ser una prioridad. De forma análoga, nuestro país necesita resolver urgentemente el problema del agua. Por lo pronto y, en una primera instancia, habría que aumentar el presupuesto de Conagua, con el fin de reducir el rezago en saneamiento, alcantarillado y plantas tratadoras.
Estas son algunas medidas inmediatas que pueden ponerse en marcha. Lo determinante para el futuro productivo y sustentable de México es aprovechar todos nuestros recursos para asegurar que el presente y el porvenir de país sea uno de prosperidad sustentable.