Colaborador Invitado

La inteligencia artificial como herramienta

Es necesario insistir en nuevas competencias que permitan a las personas adaptarse a los cambios impulsados por la tecnología y aprovechar las oportunidades que ofrecen para el desarrollo personal y profesional.

Mucho se ha comentado y debatido acerca del potencial de la inteligencia artificial, particularmente la inteligencia artificial generativa y la posibilidad de que esta reemplace muchas de las funciones que hasta hoy desarrollan las personas, desatando con ello un serio problema que afecte la empleabilidad y el sustento económico de millones de personas.

Esto ha generado, sin duda, ansiedad en la fuerza de trabajo en distintos sectores y, en paralelo, la atractiva oportunidad de lograr mayores niveles de eficiencia y rentabilidad financiera en los negocios.

En el contexto de este debate han surgido voces que también destacan que la inteligencia artificial puede de hecho generar nuevos roles y oportunidades laborales en áreas emergentes.

Recientemente, Kellogg Insight, una publicación a cargo de la Escuela de Administración de Kellogg de la Universidad de Northwestern, dio a conocer un intercambio de ideas al respecto vía podcast (AI Is a Tool. How Do We Want to Use It?) en el que participaron el académico Hatim Rahman, Jess Love, editor en jefe de Kellogg Insight y Laura Pavin.

En dicho intercambio de ideas el profesor Rahman se pregunta ¿cuántos empleos han sido reemplazados en los Estados Unidos por la tecnología desde el año 1950?, pues resulta que únicamente uno de cada 270 empleos enlistados en el censo de 1950 (de los Estados Unidos de América) ha sido el eliminado y reemplazado por la automatización. En caso de que se pregunte usted de qué empleo se trata, estamos hablando de los operadores de elevadores.

En otro ilustrativo ejemplo, los participantes de esta charla analizan como durante varias décadas han existido programas diversos para automatizar muchas de las responsabilidades a cargo de los pilotos de aeronaves. Algunas estimaciones indican que entre 90 y 95% de las tareas a cargo del piloto pueden ser automatizadas. Sin embargo, la función de los pilotos no ha desaparecido ni desaparecerá en el futuro próximo; de hecho, el número de pilotos y los salarios que estos obtienen se han venido incrementando consistentemente durante años.

Uno podría atribuir esto en parte a la defensa férrea que presentan fuertes organizaciones sindicales que velan por los puestos de trabajo de los pilotos alrededor del mundo; en el fondo se trata, sin embargo, de contar con una persona responsable y confiable, que asegure a los pasajeros que la aeronave despegue de forma segura y, una vez en el aire, que esta sea capaz de aterrizar en forma confiable.

En este sentido se ha decidido irremediablemente que continuaremos entrenando, contratando y pagando buenos salarios a los pilotos que jueguen este rol de confianza en los usuarios de servicios de transporte aéreo.

En la opinión del profesor Rahman esto constituye un ejemplo de lo que puede resultar posible en forma trasversal en otros sectores; en pocas palabras, el hecho de que muchas de las tareas relacionadas con una ocupación puedan ser automatizadas, no significa que fatalmente el empleo desaparezca por completo.

Lo que resulta cierto e ineludible es que el futuro de muchos empleos, de muchas profesiones y actividades económicas se verá impactado por la utilización de herramientas disruptivas de tecnología e inteligencia artificial, y que aquellos profesionistas con capacidades de entendimiento y utilización eficiente de estas herramientas prevalecerán sobre aquellos otros que no tengan interés o no tengan las capacidades de entendimiento y evolución hacia una economía en la que se requerirá de la utilización eficiente de la inteligencia artificial generativa.

En el contexto de la creciente influencia de las nuevas herramientas tecnológicas y la inteligencia artificial, se considera que la educación del futuro deberá centrarse en el desarrollo de competencias clave que permitan a las personas adaptarse y sobresalir en un entorno digital y tecnológico en constante evolución.

Algunas de las competencias que deberán privilegiarse en la educación del futuro incluyen el pensamiento crítico para evaluar y cuestionar niveles de información cada vez más abundantes y accesibles; la creatividad e innovación fomentando la capacidad de generar nuevas ideas y soluciones; las habilidades digitales; la colaboración y el trabajo en equipo en grupos interdisciplinarios e, irremediablemente, el aprendizaje continuo. Un elemento adicional y no menos importante es la capacidad del ser humano de tomar decisiones con base en valores y prioridades.

Es necesario insistir en nuevas competencias que permitan a las personas adaptarse a los cambios impulsados por la tecnología y aprovechar las oportunidades que ofrecen para el desarrollo personal y profesional, pero manteniendo siempre a la persona y la dignidad del individuo como el centro y la prioridad de cualquier discusión al respecto.

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