Abogada especialista en gestión de políticas migratorias internacionales
México enfrenta una crisis migratoria sin precedentes, destacando no solo por un aumento del 77% en los encuentros de migrantes irregulares en 2023, sino también por las deplorables condiciones que culminaron en el trágico incendio en una estación migratoria en Ciudad Juárez, donde 40 personas perdieron la vida. A pesar de la gravedad de la situación, el reciente debate presidencial abordó el tema migratorio con una superficialidad desconcertante.
Los periodistas moderadores plantearon preguntas enfocadas en el Instituto Nacional de Migración, flujos migratorios, y las estaciones migratorias, exhortando a los candidatos a pensar más allá de las remesas debido a la sensibilidad del tema. Sin embargo, las respuestas se desviaron hacia otros temas menos urgentes. Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez evadieron responder directamente a las preguntas críticas sobre cómo enfrentarían estos flujos migratorios y garantizar los derechos humanos. Xóchitl Gálvez, aunque criticó la actual política migratoria y prometió ordenar la frontera sur, no ofreció detalles concretos.
Durante el debate, los candidatos, en lugar de enfrentar cuestiones críticas, optaron por desviar la conversación hacia la política exterior y otros temas menos urgentes, como la corrupción y el pasado de los embajadores. Al finalizar el primer bloque, los moderadores insistieron en la importancia del tema migratorio, pidiendo a los candidatos explicar sus políticas específicas para manejar los flujos migratorios y garantizar derechos humanos. Ninguno ofreció una respuesta satisfactoria, mostrando una preocupante desconexión con la realidad migratoria.
Según el Modelo Mexicano de Movilidad Humana presentado por la canciller Alicia Bárcena, se espera que diariamente ingresen a México 7 mil 271 migrantes por la frontera sur, mientras que las autoridades estadounidenses tienen una capacidad operativa de solo 4 mil personas por día. Este desfase ha llevado a México a comprometerse, en un acuerdo bilateral con EU, a controlar este flujo “a como dé lugar”, lo que ha resultado en incidentes de violencia por parte de agentes migratorios, afectando principalmente a menores de edad.
El debate no solo mostró una falta de propuestas para mejorar la regulación y fortalecer las instituciones, sino también una ausencia de compromiso para garantizar los derechos de las personas migrantes. Los candidatos utilizaron repetidamente el término “migrante” de manera impersonal y utilitarista, perpetuando una visión despectiva hacia estas personas.
La migración ha sido un factor clave en la historia de México, tanto hacia el norte como hacia el sur, pero los presidenciables demostraron un desinterés y una falta de seriedad que presagian un futuro preocupante. Afirmaron abogar por la paz mientras ignoraban una crisis humanitaria que requiere respuestas inmediatas y efectivas.
El debate presidencial fue una muestra de desconocimiento y evasión frente a una de las mayores crisis humanitarias de nuestro tiempo. La falta de propuestas concretas no solo es decepcionante, sino también un indicativo de lo que podría esperarnos si no se toman medidas urgentes y bien pensadas para resolver la crisis.