Colaborador Invitado

Al sector energético aún le queda recorrido

Muchos pensaron que la guerra, los recortes de la oferta de la OPEP+ y la reapertura económica en China avivarían la escasez y esto mantendría las cotizaciones de las petroleras y energéticas en niveles elevados. En cambio, el precio del petróleo se desplomó desde sus máximos de 2022.

Fundador, presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Fisher Investments.

¿Se ha vuelto a debilitar el sector energético? Aunque el sector superó a la renta variable mundial hasta mayo, su reciente comportamiento a la baja ha provocado que los más pesimistas achaquen su repunte previo a la expectación en torno a los recortes de la OPEP+ y al temor a una escalada bélica. Se equivocan, pues la solidez del sector durante los primeros meses del año se debió a sus buenos fundamentales económicos, que aún conserva actualmente. A continuación, expondré esta tendencia y explicaré algunos consejos para que pueda sacarle provecho.

En 2023, el sector energético decepcionó a sus partidarios con una caída del 8.8 por ciento a escala global, que contrastó con el alza del 6.2 por ciento del conjunto del mercado. Pocos lo vieron venir después de su excelente comportamiento en 2022, cuando los precios del petróleo subieron en plena invasión rusa de Ucrania. Muchos pensaron que la guerra, los recortes de la oferta de la OPEP+ y la reapertura económica en China avivarían la escasez y esto mantendría las cotizaciones de las petroleras y energéticas en niveles elevados.

En cambio, el precio del petróleo se desplomó desde sus máximos de 2022. ¿A qué se debió? A que el volumen de la oferta mundial disipó los temores sobre la escasez. De hecho, después de varios años a la baja, en México, la producción se estabilizó en torno a los 1.9 millones de barriles al día; y en países como Noruega, Guyana y Estados Unidos se disparó, en concreto, este último batió sus máximos históricos. Esta evolución explica que el precio oscilara entre los 70 y los 95 dólares y lastrara los beneficios de las energéticas, los cuales varían en función de la cotización del crudo.

Ahora, escarmentados del error que cometieron en 2023, muchos lo repiten a la inversa y dan por sentado que los malos resultados cosechados hasta ahora se prolongarán hasta el final del año. Ignoran la solidez registrada por el sector en primavera, y respaldan su opinión en la mala racha reciente y en el hecho de que el precio del petróleo bajara tras el repunte de abril por la guerra en Oriente Medio. Pero esto no es cierto, el precio del petróleo debería subir en 2024 y, con él, las acciones energéticas.

¿En qué se basa esta previsión? No se basa en los simbólicos recortes de la OPEP+ ni en las guerras, que, por consabidas, están descontadas hace tiempo. Tampoco en la decisión de Biden de suspender las autorizaciones a terminales de exportación de gas natural licuado, que afronta obstáculos legales y no afecta al suministro al exterior; así, en EU se prevé que esta actividad se duplique a lo largo de la actual década. Ni mucho menos en las declaraciones de la presidenta electa Sheinbaum de revertir las reformas de 2013.

En realidad, el factor que impulsará el petróleo son los incentivos a corto plazo. Los productores estadounidenses, ante los elevados precios de 2022, aumentaron la oferta para obtener beneficios. Sin embargo, hoy se cierran pozos más rápido de lo que se perforan otros nuevos. De hecho, en EU, el número de pozos perforados aún no listos para la explotación cayó un 15.3 por ciento interanual, con lo que su capacidad de incrementar la producción rápidamente se ha visto mermada.

Ya hemos visto que la producción no se está renovando, pero, además, los años de consolidación del sector se han traducido en el dominio de las megapetroleras multinacionales. En EU, el número de plataformas petrolíferas ha caído de 621, en 2022, a 488, en la actualidad, y el de pozos perforados, un 15.1 por ciento interanual. Como la producción va unos seis meses por detrás de la perforación, no tardará en frenarse.

En cuanto a la demanda, los pesimistas la subestiman, como hacen con la economía mundial. Ahora bien, en el primer trimestre, el PIB mexicano pasó de un crecimiento nulo a un 0.3 por ciento intertrimestral y el de la eurozona volvió a crecer. La economía estadounidense superó las expectativas de la prensa, y China sigue siendo un ejemplo de resiliencia. Este panorama augura una demanda de petróleo por encima de las previsiones. No en vano, la Agencia Internacional de la Energía anticipa máximos históricos este año.

Por lo tanto, aunque no alcanzará las cuotas de 2022, parece que el precio del crudo superará los máximos de 2023. No obstante, el aumento de los precios del petróleo y el mayor control de los costes deberían aumentar los beneficios de las energéticas.

Por otra parte, en la bolsa mexicana, los buenos resultados de las acciones energéticas no se notarán especialmente. Es posible que sea favorable para su economía, dada la importancia de Pemex y de sus necesidades de liquidez, pero en México no cotizan compañías del sector. Por eso, debe buscar este tipo de títulos en otros países, en particular, aquellos de las principales petroleras integradas estadounidenses y europeas, que están bien posicionadas gracias a sus robustos balances y a sus bajos costes de producción.

No espere más y cargue de energía su cartera antes de que se reanude el repunte del petróleo.

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