En el reciente informe financiero del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) presentado al Ejecutivo federal y al Congreso, se esboza un panorama aparentemente optimista sobre la solvencia y capacidad operativa del instituto hasta 2037. Sin embargo, al profundizar en el análisis, se revelan preocupaciones que demandan atención urgente para garantizar la sostenibilidad del sistema y mejorar la calidad de la atención médica.
El informe destaca que el IMSS cuenta con suficiencia financiera hasta 2037, logrando un superávit en 2023 tras acumular reservas y crear un fondo de 27 mil 195 millones de pesos. Sin embargo, esta aparente bonanza oculta varios puntos de tensión, especialmente en el Seguro de Enfermedades y Maternidad (SEM), que ha sido deficitario durante años. En 2023, este déficit alcanzó 91 mil millones de pesos y para 2024 se espera que aumente a 130 mil millones de pesos.
El esquema de financiamiento del SEM, vinculado a la Unidad de Medida y Actualización (UMA), causa que los ingresos crezcan a un ritmo menor que los costos por las prestaciones otorgadas. Además, gran parte de este déficit se asocia con la extensión de la cobertura a través de decretos y programas federales, como la cobertura a estudiantes y los beneficiarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro.
A pesar de los esfuerzos en prevención de enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, su prevalencia sigue en aumento. Esto sugiere que las estrategias actuales, centradas en un modelo de prevención intramuros (dentro de las instalaciones del IMSS), no son suficientes. Es imperativo extender estos esfuerzos hacia las comunidades para lograr resultados más efectivos y reducir los costos asociados con estas enfermedades.
El IMSS tiene actualmente cerca de 77 millones de derechohabientes, más de la mitad de la población del país. Sin embargo, su infraestructura médica y personal de salud no han crecido al mismo ritmo que su base de derechohabientes, impactando directamente en la calidad de la atención médica. Aunque en el informe se mencionan inversiones en infraestructura, en muchas instalaciones aún persiste el deterioro heredado y acumulado por décadas, impidiendo que se pueda satisfacer la creciente demanda de servicios.
La actual administración se propuso aumentar el número de camas censables para alcanzar el indicador de una cama por cada 1000 personas adscritas a médico familiar. No obstante, el informe reconoce que aún faltan 16 mil camas para alcanzar este objetivo (el equivalente a 64 hospitales nuevos de 250 camas), un indicador que se ha mantenido estancado en 0.67 camas por cada 1000 personas desde 2019, muy lejos del estándar de la Organización Mundial de la Salud (2.5 camas) y de la OCDE (4.3 camas).
El déficit de personal de salud es otra área crítica. Para alcanzar el indicador de la OCDE de 3.7 médicos especialistas y 9.1 enfermeras por cada 1000 habitantes, reconoce el informe que se necesitarían 105 mil médicos y 380 mil enfermeras adicionales. El número de enfermeras disminuyó de 2.32 en 2019 a 2.19 en 2023, mientras que el número de médicos sólo aumentó de 1.55 a 1.75 en el mismo periodo.
El informe también revela que, aunque el IMSS ha implementado medidas efectivas para mantener su suficiencia financiera a mediano plazo y ha mejorado significativamente su recaudación, persisten grandes desafíos. Estos incluyen un déficit persistente en el SEM, infraestructura hospitalaria inadecuada y una escasez crítica de médicos y enfermeras, factores que, por el abandono y desatención de administraciones pasadas -que aún faltan por resolver-, afectan directamente la calidad de la atención médica.
Para que el IMSS incremente el volumen y la calidad de los servicios médicos que ofrece, y reduzca la carga laboral a sus trabajadores, es prioritario incrementar los recursos en infraestructura y personal capacitado. La propuesta de la Dra. Claudia Sheinbaum de un ‘segundo piso’ en la atención médica requiere de cambios profundos y en la forma de hacer las cosas. La transparencia en el uso de los recursos, el reordenamiento entre cuentas superavitarias y una estrategia clara para enfrentar estos desafíos son esenciales para satisfacer la creciente demanda de la población por una mejor calidad en la atención médica.
Aunque de acuerdo con este último informe, el IMSS ha logrado mantener una estabilidad financiera, subyacen presiones en el SEM que impactan en la calidad de la atención médica -queja recurrente de sus usuarios-. La acción inmediata y estratégica es vital para garantizar que el IMSS pueda seguir cumpliendo su misión de proporcionar seguridad social y mejorar la calidad de la atención médica a millones de mexicanos.
El autor es médico especialista y analista en temas de salud.