El fenómeno del nearshoring se presenta como una oportunidad clave para atraer más inversión y, con ello, contar con una economía más competitiva que beneficie el desarrollo de la sociedad mexicana.
Se ha señalado el imperativo de abordar algunos factores para que esta relocalización de empresas en nuestro territorio sea efectiva y se multiplique. Entre estos factores destacan la disponibilidad de energía, la seguridad pública, la certeza jurídica, la formación y capacitación técnica, los incentivos y las alianzas regionales, entre otros.
Un elemento sustantivo que no debe descuidarse es la estabilidad económica, que es un pilar fundamental para atraer inversiones extranjeras. Un entorno económico estable, caracterizado por el control de la inflación y la gestión efectiva del déficit público, genera confianza entre los inversores internacionales y reduce el riesgo percibido de hacer negocios en un país.
La inflación controlada asegura que los costos de producción y los precios de los bienes y servicios se mantengan previsibles, lo que facilita la planificación financiera de las empresas.
Al mismo tiempo, una política fiscal sólida que contemple un manejo prudente del déficit público evita la acumulación de deuda insostenible, protege la estabilidad de la moneda y asegura que los recursos del gobierno se utilicen de manera efectiva para apoyar el desarrollo económico.
México requiere una política económica orientada a la estabilidad, con un compromiso claro y explícito que ofrezca un entorno más seguro y atractivo para las inversiones.
La confianza de los inversores en la estabilidad económica de México es un factor determinante para captar capital extranjero y fomentar el crecimiento económico. La transparencia en la política económica, el cumplimiento de los compromisos fiscales y la previsibilidad en la regulación son elementos que contribuyen a una imagen de solidez financiera ante los socios comerciales internacionales.
Cuando los inversores perciben que un país tiene un compromiso real con la estabilidad, están más dispuestos a colocar recursos a largo plazo, confiando en que el entorno económico será favorable para el desarrollo de sus operaciones.
En este sentido, es relevante vigilar algunos indicadores clave. El primero está relacionado con la ruta que el Banco de México ha delineado para que la inflación converja a la meta del 3 por ciento en el cuarto trimestre de 2025, lo que requiere la aplicación prudente de la política monetaria, particularmente en la evolución de las tasas de interés. En términos llanos, es necesario aplicar las dosis correctas de la medicina durante el tiempo adecuado para que el paciente recupere plenamente su salud.
Por otra parte, en el ámbito fiscal, en este 2024 se han encendido algunas señales de alerta. Mientras los ingresos del sector público crecieron en términos reales en el periodo de enero a mayo un 5.4 por ciento, el gasto neto lo hizo en 17.3 por ciento.
Esto implica un aumento significativo de los déficits en las finanzas públicas y una mayor deuda pública, que pasó de 14.0 a 15.7 billones de pesos de mayo del 2023 a mayo de este año.
Para el cierre del año, la Secretaría de Hacienda estima un cierre en 16.9 billones de pesos, lo que equivale a casi el 50 por ciento del Producto Interno Bruto.
Afortunadamente, las autoridades financieras han indicado que esta circunstancia es transitoria y que para el próximo año se prevén ajustes importantes con el objetivo de reducir el déficit público del 5.0 por ciento del PIB estimado al cierre de 2024 al 2.5 por ciento en 2025. Lo anterior implica ajustes significativos, incluyendo una reducción del 12 por ciento en términos reales del gasto programable del sector público, es decir, el gasto destinado a bienes, servicios y programas sociales.
Ante esta situación, es crucial que el Ejecutivo y la Cámara de Diputados actúen con responsabilidad en la definición del Presupuesto para el 2025. No podemos repetir los errores del pasado, como la mala administración de la abundancia petrolera.
El nearshoring nos ofrece una oportunidad única, pero requiere un entorno económico estable y predecible para atraer y retener inversiones. Es fundamental que nuestras autoridades se comprometan a mantener la estabilidad económica e implementar políticas fiscales y monetarias prudentes.
Solo así podremos aprovechar plenamente el potencial del nearshoring y asegurar un futuro próspero para México.
El autor es expresidente Coparmex CDMX, presidente Grupo IPS, presidente ASUME, consejero Nacional CCE y Concamin.