El gobierno actual dio pasos importantes para brindar atención médica a la población sin seguridad social a través del IMSS Bienestar. Sin embargo, en el IMSS ordinario persisten serios retos relacionados con las quejas de sus derechohabientes, principalmente por la saturación de las áreas de urgencias, los largos tiempos de espera para acceder a una cama hospitalaria, realizarse una cirugía, obtener una consulta de especialidad o someterse a estudios de laboratorio o radiología. Además, la sobrecarga de trabajo agrava estos problemas, repercutiendo inevitablemente en la calidad de la atención médica.
Para entender mejor los desafíos actuales del sistema de salud del IMSS, realizamos un análisis exhaustivo y riguroso de los asegurados, los recursos humanos, la infraestructura y los servicios especializados en dos series de tiempo: una de 1985 al 2000 y otra del 2000 al 2023. Utilizamos los datos oficiales del IMSS y herramientas estadísticas como la correlación, la regresión lineal y la prueba de cambio estructural (test de Chow).
En 2023, el IMSS tenía 76.7 millones de derechohabientes, un número considerablemente mayor al de los 45 millones registrados en el año 2000 y los 32 millones en 1985. Este crecimiento, sin embargo, no ha venido acompañado de una expansión significativa en la infraestructura ni en la capacidad de atención primaria. En 2023, sólo 41.2 millones (53 por ciento) de los asegurados estuvieron adscritos a una Unidad de Medicina Familiar (UMF), lo que representa una caída alarmante frente a los 62 millones adscritos en 2004.
Este fenómeno está relacionado con una pérdida de confianza en los servicios del IMSS, lo que llevó a muchos de sus asegurados a buscar alternativas en el sector privado, particularmente en los consultorios adyacentes a farmacias, una tendencia documentada por la ENSANUT 2022.
El análisis estadístico de correlación entre el número de asegurados y los adscritos a una UMF arroja un valor de -0.99, lo que significa que, a medida que crece la población derechohabiente, disminuye el número de personas que utilizan los servicios de atención primaria del IMSS.
La infraestructura del IMSS, que debería sostener el crecimiento de sus derechohabientes, también ha sufrido un estancamiento significativo. En 1995, el IMSS alcanzó uno de sus mejores niveles con 0.8 camas censables por cada 1000 derechohabientes, 1.4 médicos y 2.1 enfermeras. Sin embargo, para 2023 estos indicadores han caído a 0.5 camas, 1.1 médicos y 1.7 enfermeras, respectivamente. Esta disminución de los recursos pone de relieve la crisis estructural que atraviesa el IMSS. A pesar de algunos intentos por mejorar la infraestructura entre 2003 y 2007, desde 2015 no ha habido cambios estructurales significativos.
La caída en los estándares de atención se acentuó en la década de 1990, cuando las políticas neoliberales redujeron de manera considerable los recursos destinados al IMSS, afectando directamente su capacidad para atender a sus asegurados, sin que hasta la fecha se haya revertido.
Al analizar el número de consultorios, quirófanos, laboratorios clínicos y gabinetes radiológicos por cada 100 mil derechohabientes, se detectó una tendencia de estancamiento o disminución en años recientes. De igual manera, el número de cardiólogos, pediatras y cirujanos generales por cada 100 mil derechohabientes ha mostrado una tendencia a la baja en los últimos años.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que debería haber 2.3 médicos y tres enfermeras por cada 1000 habitantes, un estándar que está lejos de ser alcanzado por el IMSS. Para volver a los niveles de 1995, sería necesario construir 512 hospitales de 120 camas censables, contratar 23 mil médicos y 30 mil enfermeras adicionales. Sin embargo, si el objetivo fuera cumplir con los estándares de la OMS, el desafío sería aún mayor: se requeriría sumar mil 919 hospitales, 176 mil médicos y 230 mil enfermeras.
Las proyecciones indican que para 2030, la población derechohabiente alcanzará los 82 millones, mientras que el número de adscritos a una UMF continuará disminuyendo, con una proyección de 34.7 millones para ese mismo año.
La próxima administración de la Dra. Claudia Sheinbaum tiene ante sí una tarea monumental. La recuperación del IMSS pasa por la construcción de nueva infraestructura, la contratación de personal de salud, mejorar el trato al usuario, la modernización de sus tecnologías de la información y una nueva participación regulada con el sector privado. La presidenta electa deberá asumir esta responsabilidad si quiere garantizar que el IMSS pueda cumplir con la misión de proporcionar atención médica de calidad. De lo contrario, el deterioro en la atención médica continuará con consecuencias graves para la salud pública en México.
El autor es analista en temas de salud, extitular de la Unidad de Atención Médica del IMSS.